Joanna Dennehy es una mujer que tenía un objetivo: matar a nueve hombres. Los motivos que la llevaron a poner en marcha su plan criminal eran conseguir fama, descubrir su frialdad y divertirse.
De acuerdo con su familia, Joanna tuvo una infancia normal, nació en 1982 y creció a las afueras de Londres, en Hapenden, una pequeña ciudad de Hertfordshire, donde fue una destacada estudiante durante la primaria, compartía su habitación con su hermana menor, María, con quien era muy unida y hasta crearon un vocabulario secreto.
Según María, su hermana era dócil, nada agresiva y jugaba con muñecas, la protegía en el colegio y pasaban gran parte de su tiempo en la casa del árbol en su jardín.
El padre de Joanna, Kevin, era guardia de seguridad, y su madre, Kathleen, empleada de un comercio, ambos esperaban que su hija estudiara abogacía.
María contó que su hermana presentó un cambio repentino durante la secundaria: «Había una chica que amábamos y que un día se convirtió en un monstruo».
De forma inesperada comenzó a faltar al colegio y a enfrentar a su casa, cuando tenía 13 años escapó de su casa con un joven de 18 años, para aquella época también estuvo robando dinero, consumiendo alcohol y drogas.
Luego, cuando tenía 15 años, comenzó a salir con John Treanor, de 20 años, a quien su padre enfrentó al señalarle que Joanna era menor de edad, pero esto no sirvió, a pesar de los problemas la pareja continuó y poco después ella se fue definitivamente con el hombre.
A los 17 años Joanna quedó embarazada, dejó a un lado las drogas para cuidar al bebé y nació su hija mayor Shianne, tres años después tuvo a su segundo hijo. Poco después retomó el consumo de estupefacientes y dejaba a sus hijos abandonados con su John para salir, incluso comenzó a golpear y agredir a su pareja.
En 2009, John se fue con sus hijos que ya tenían 10 y 7 años, luego de que ella lo amenazara con una daga. Desde ese momento no supo más de Joanna hasta que ocurrieron los crímenes.
En 2012 Joanna estuvo presa, estuvo varios meses en el hospital de la ciudad de Peterborough donde la diagnosticaron con personalidad antisocial, tras ser dada de alta recurrió a una empresa inmobiliaria para que la ayudaran a conseguir una habitación donde vivir, allí el copropietario, Kevin Lee, de 48 años, le ofreció trabajo para que lo ayudara a desalojar a los inquilinos que no pagaban.
En una de las casas que cuidaba, en Welland, al extremo norte de Peterborough, cometió su primer crimen.
Desde hacía un tiempo Joanna salía con un joven polaco empleado de un almacén, Lukasz Slaboszewski, de 31 años, a quien citó a través de un mensaje de texto para encontrarse el martes 19 de marzo de 2013 con la promesa de un intenso encuentro sexual, pero al cruzar la puerta ella le clavó un pequeño cuchillo en el corazón. Luego, arrastró el cadáver y lo metió a un contenedor de basura y hasta le mostró el cadáver a una adolescente de 14 años que pasaba por el lugar.
Ella quería que su víctima fuera hallada y convertirse en protagonista, pero no lo logró porque la adolescente asustada no se atrevió a hablar.
Ante la frustración, el 29 de marzo siguiente, Joanna asesinó a su compañero de vivienda John Chapman, de 56 años, un ex marino, veterano de la guerra de Malvinas.
La policía concluyó que fue apuñalado mientras dormía, pero ella aseguró que lo hizo porque él hombre se negaba a salir del baño donde ella estaba, para los psiquiatras esto significó que ella necesitaba dar un espectáculo donde su víctima no fuera alguien vulnerable.
Luego de matar a su compañero, contactó a su jefe Kevin Lee, con quien mantenía un romance, lo invitó a tener sexo sadomasoquista, según lo revelado por la víctima a un amigo donde señaló que su novia quería ponerle un vestido y violarlo.
El hombre acudió al encuentro, en la misma casa donde Joanna había acabado con la vida de Lukasz unos días antes, a la llegada del casero lo apuñaló cinco veces perforando su corazón y pulmones, luego vistió el cadáver con un vestido negro de lentejuelas.
Luego llamó a Gary Stretch, un delincuente a quien había conocido mientras trabajaba, a quien le dijo: «Ups, lo hice de nuevo».
Stretch sumó a otro cómplice, Leslie Layton, de 36 años, quien le mintió a las autoridades para proteger a Joanna, mientras Gary la ayudaba a deshacerse de los cuerpos que lanzaron a unas zanjas en un área rural.
Más tarde Joanna le reconoció a Gary que quería volver a matar: «Quiero divertirme, necesito divertirme».
Entonces Gary detuvo su carro para que ella pudiera bajar y «divertirse», entonces ella escogió a un hombre al azar, se trataba de Robin Bereza, de 64 años, quien paseaba a su perro y a quien ella apuñaló por la espalda. Luego de esto subió de nuevo al vehículo.
Pocos minutos después atacó nuevamente, esta vez la víctima fue John Rogers, de 56 años, quien también paseaba a su mascota y recibió 30 puñaladas.
Ambos hombres lograron sobrevivir a los ataques.
Vecinos de Hereford denunciaron ante las autoridades que una mujer estaba atacando a transeúntes. Los cuerpos de seguridad atendieron el llamado, revisaron testimonios y las cámaras de seguridad, logrando arrestar a la mujer ese mismo día.
Durante el proceso judicial Joanna fue diagnosticada como psicópata, admitió haber cometido los crímenes sin demostrar arrepentimiento: «Sí, soy una asesina en serie… Me he declarado culpable y eso es todo».
Redacción Maduradas con información de Infobae.