El Jardín Botánico de Caracas no escapa de la crítica situación que se vive en el país, actualmente “muere de sed”, mientras algunos voluntarios tratan de mantenerlo vivo.
En 1958, cuando Venezuela entraba en la modernización fue creado el Jardín Botánico, un espacio de 70 hectáreas adyacentes a la Universidad Central de Venezuela (UCV) impulsado y fundado por el científico venezolano Tobías Lasser.
Era un sitio para el esparcimiento y para los estudios de la flora venezolana, aunque actualmente no hay mucho que ver allí, pues solo algunas especies acuáticas sobreviven en el barro.
El sitio se tornó bastante inseguro, aunque un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) ha logrado reducir la cifra de robos y saqueos en el lugar.
Desde el año 2000, por decreto presidencial, fue incorporado a la UCV, que desde entonces es responsable de su mantenimiento y control, a través de Fundación Instituto Botánico de Venezuela (FIVB). Pero, la misma universidad ya no cuenta con los recursos económicos necesarios para mantenerse.
“¿En un país donde se le niega el agua a los hospitales y escuelas, qué va a quedar para las plantas?”, se preguntó una voluntaria en medio del calor por a temporada de sequía.
Se prevé que para el mes de mayo comiencen las temporadas de lluvias y con su llegada puedan salvarse algunas especies de plantas que quedan en ese lugar, donde los daños ya son irreversibles.
Por ahora, los voluntarios trata de conseguir donantes de agua para llenar las lagunas de las plantas acuáticas, aunque se trata de una tarea difícil, pues surtir el vital líquido con un camión cisterna cuesta cerca de 100 dólares.
Redacción Maduradas con información de El Estímulo.
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