Venezuela parece estar perdiendo una batalla de más de dos años contra la hiperinflación, ya que comerciantes, intermediarios y compradores aseguran que los precios de varios alimentos se duplicaron en pocas semanas, en medio del confinamiento implementado para frenar la propagación del nuevo coronavirus.
Después de alcanzar una inflación de más de un millón y medio por ciento en 2018, Nicolás Maduro había conseguido mantener la variación de precios por debajo del 30% en febrero y marzo, pero el tímido logro, gracias a una parcial apertura económica sin estrictas regulaciones al sector privado, se desvaneció en la cuarentena.La fuerte escasez de gasolina que impacta la distribución de alimentos y el sorpresivo salto del tipo de cambio al doble de su valor en los últimos dos meses han incidido en el aumento constante de los precios de los productos más esenciales, señalaron una docena de industriales y analistas consultados.
En Petare, el barrio más grande de Caracas, el costo de un combo que incluye ocho artículos básicos subió un 109% desde que comenzó la cuarentena a mediados de marzo, según un informe del Congreso opositor, que calcula el índice de precios desde 2017 por el atraso en las cifras oficiales. La tasa de inflación interanual más reciente se ubicó en el 3.365%.
“Todo sube y tan rápido que lo que cargo en la cuenta bancaria no me sirve para nada”, dijo Diocelina Ospina, una trabajadora doméstica de 67 años, en un abasto de Maracay, una ciudad a una hora de la capital.
Compró apenas 200 gramos de queso, porque el precio subió más del 40% en una semana. “Nos queda comer poquito y estirar lo que se pueda”, agregó.
El encarecimiento de la comida se acentúa en ciudades fronterizas como Maracaibo. Testigos de Reuters confirmaron que en abril un cartón con 24 huevos pasó a costar el doble, en una nación que necesita mantener por debajo del 50% la tasa de inflación mensual para salir de la voraz hiperinflación que comenzó a finales de 2017.
La consultora local Síntesis Financiera calculó en el 41% la inflación de abril. Su directora, Tamara Herrera, dijo que “en mayo la inflación puede ser mayor por los desajustes en la cadena de suministro tras la regulación de precios, la escasez de gasolina, además del efecto rezagado de la subida del dólar”.
Ecoanalítica, otra firma local, dice que en abril la inflación fue del 58%.
GASOLINA EN DÓLARES
Los efectos de la crisis petrolera global, sumado a las limitaciones que imponen las sanciones de Estados Unidos a Venezuela, comprimieron los ingresos del gobierno y retrasaron las importaciones de gasolina.
La opción para transportistas de quesos o verduras, e incluso motorizados que hacen repartos en la cuarentena, fue pagar a un dólar cada litro de gasolina a revendedores en Caracas y entre 3 y 5 dólares en grandes ciudades al occidente, donde se cosecha y procesa la mayor parte de los alimentos, según testigos de Reuters.
El suministro irregular del combustible más caro del mundo ha afectado la movilización de las mercancías en las carreteras y los precios de los productos.
También se dispararon en días los precios de artículos que se venden a domicilio, dada la cuarentena. El costo del pollo por encargo aumentó un 143% y de la carne un 50% en dos semanas, de acuerdo al seguimiento de un centro de estudios económicos privado, Cedice. Esas ventas se pactan sin control del gobierno.
El torbellino de precios altos y escasez provocó protestas y saqueos en varias poblaciones pequeñas del oriente del país. En respuesta, las autoridades volvieron a fijar precios de 27 productos básicos a fines de abril. La medida, que fue aprobada sin consenso con los industriales, profundizará las fallas de abastecimiento de alimentos, dijeron los gremios.
En el primer fin de semana de la regulación se ofrecían huevos solo en puestos callejeros en la ciudad fronteriza de San Cristóbal. Los abastos allí y también en Caracas restringieron las ventas de alimentos a un kilo por persona.
Siete días más tarde, industriales y automercados subieron precios para protegerse de la hiperinflación, dijeron cuatro fuentes consultadas. En Petare la cesta de productos aumentó un 12% en la última semana de abril. Tras los ajustes de la tasa cambiaria, el gobierno volvió a revisar los precios regulados, que aún están por debajo de lo que marcan los paquetes en los comercios de varias ciudades.
“Yo tengo un abasto pequeño y ya casi no me da la base para seguir operando”, dijo Gerardo Ávila, un pequeño comerciante en Maracaibo, al noroeste del país. Los productos llegan cada vez más caros y la clientela no tiene margen para comprarlos como antes. “Además, la gasolina ahora es un costo extra”, apuntó.
Con la devaluación, un salario mínimo representa unos 2,2 dólares, y muchos dependen de las remesas. Por la crisis global, los envíos pueden reducirse un 42%, estima la firma Ecoanalítica.
“De dónde voy a sacar yo dólares para comprar comida”, dijo Lupe Urdaneta, una jubilada de 70 años que dejó de recibir una remesa de su hijo en Chile que se quedó sin trabajo. “Desde la semana pasada estoy comiendo una vez al día, todo es muy caro”.
Redacción Maduradas con información de Reuters
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