El diario 2001 cuenta la historia de un joven llamado Alejandro Farías, de 23 años de edad, quien a causa de la aguda crisis económica tuvo que abandonar su oficio como profesional de la salud bucal para dedicarse a un nuevo empleo que le ayudaría a paliar la precaria situación.
Así como otros jóvenes, Farías decidió ser escort (una persona que acompaña a otra a través de chats sexuales).
“La razón es el dinero, tengo gastos y necesito cubrirlos (…) Muchas veces uno no se desnuda, en ocasiones la gente pide un guiño de ojo, una nalgada o simplemente una sonrisa. Todo depende del cliente, en otras oportunidades el cliente que te ve mediante la pantalla te pide que te muestres y debes hacerlo”, dijo, al tiempo que aseguró que no es prostitución.
Las personas que se prestan para este tipo de servicios cobran en dólares. El muchacho aclara que este tipo de encuentros se manejan de manera clandestina y, hasta el momento, no presentan mayor riesgo.
“Lo peor es que te vea alguien que te conoce, que te reconozcan, pero no se pone en vulnerabilidad la vida de la persona al estar en una calle, no se tiene contacto presencial con nadie, porque además muchos de nuestros clientes son extranjeros”, sostuvo.
Redacción Maduradas con información de 2001
Puedes leer también: