“Pasé tres días durmiendo en una silla de aluminio”, fueron las primeras palabras que dijo Juan al equipo de Blommberg, un taxista de Caracas de 53 años de edad que dio positivo para COVID-19.
Contó a los periodistas Nicolle Yapur, Alex Vasquez y Patricia Laya que su médico, ante la crítica situación de los refugios para personas infectadas, lo envió a aislarse en su casa.
Sin embargo, agentes del gobierno lo ubicaron y lo trasladaron a un centro dispuesto por el régimen de Nicolás Maduro para tal fin. Allí estuvo dos semanas en las que solo comió arroz frío, lentejas y arepas.
«El lugar estaba controlado por milicias armadas y médicos cubanos«, dijo.
El medio también reseña la vivencia de Luis, un ingeniero eléctrico de 39 años, que ha pasado semanas en cuarentena forzada con casi 30 personas más dentro de un aula en San Cristóbal después de dar positivo en la frontera con Colombia.
“Dormimos sobre colchonetas viejas y muy gastadas, es casi como dormir en el piso. Las arepas son tan pequeñas que las llaman ‘botones’«, dijo a Bloomberg.
Señaló que a veces le da su comida a su pequeño hijo porque siempre tiene hambre.
Anayel Miquilena, una cirujana de 31 años del estado de Zulia, pasó 36 días en aislamiento forzado después de haber estado expuesta al virus en el hospital.
Contó que algunos días no la alimentaban hasta las 6:30 de la tarde y perdió once libras. «Los constantes cortes de energía significaban sufrimiento en el calor sofocante. Fue horrible«. A los días, su hermana dio positivo.
«Le rogué al infectólogo que no la llevara. No lo hicieron al final. Creo que se olvidaron de ella«, dijo.
Redacción Maduradas con información de Bloomberg
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