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¡DEBE SABERLO! El descabellado plan de Putin para devolver al mismo “títere” que masacró ucranianos en 2014

REUTERS/Sergei Karpukhin

Yanukovich, ha estado viviendo en el exilio en Rusia desde que huyó en 2014 por las protestas populares, se encuentra a la espera de que las tropas rusas tomen  Kiev y Putin lo declare el nuevo presidente del país. Un rumor que está circulando desde hace días en todas las capitales europeas y Washington.

El expresidente ucraniano estuvo en el poder desde 2010 hasta que fue destituido en febrero de 2014 por las protestas generalizadas del Euromaidán, a tres meses de la toma de la Maidan Nezalezhnosti (Plaza de la Independencia) de Kiev. Las manifestaciones comenzaron el 21 de noviembre de 2013 cuando Yanukóvich, del pro-ruso Partido de las Regiones, decidió rechazar el acuerdo para que el país se alinee más estrechamente con la Unión Europea, con vistas a una futura adhesión al bloque, y aceptar en cambio un paquete de rescate financiero ruso y unos lazos más estrechos con Moscú. Cientos de miles de personas salieron a las calles a repudiar al ya desprestigiado Yanukóvich, que como todo dictador sólo supo responder con la violencia de las fuerzas especiales y matones que sacó de la cárcel e importó de Rusia.

Yanukóvich había perdido cualquier prestigio bajo las acusaciones de una corrupción extendida por todo su gobierno, su hijo, Oleksandr Yanukóvich, otros miembros de su extensa familia y sus amigos pasaron de la modestia a la opulencia a una velocidad de lince.

A pesar de haber sido un empleado medio y funcionario público durante toda su vida, de pronto, Yanukóvich pasó a tener una vida de Zar. Su fastuosa dacha en las afueras de Kiev, llamada Mezhyhirya, estaba constituida por una gigantesca mansión de madera con techo de cobre puro, un zoológico privado, un campo de tiro subterráneo, pistas de tenis, otra de bowling y un campo de golf de 18 hoyos.

En 2009, Yanukóvich se presentó a la presidencia de Ucrania, derrotando a Timoshenko en la segunda vuelta de febrero de 2010. Inicialmente, Yanukóvich dijo que la integración de Ucrania en la UE era el objetivo estratégico del país, pero también sostenía que el país no debía entrar en la OTAN y que debía buscar una posición neutral entre la OTAN y Rusia. Putin también lo presionó para que entregara todo el aparato nuclear –civil y militar- que le había quedado a Ucrania tras el colapso de la Unión Soviética. Yanukóvich anunció que el país renunciaba a sus reservas de uranio altamente enriquecido y que convertiría sus reactores nucleares para que funcionaran únicamente con combustible de uranio de uso civil. Ambas medidas fueron aclamadas internacionalmente como pasos positivos en la no proliferación nuclear.

Al mismo tiempo, Yanukóvich aceptó prorrogar el contrato de alquiler de las bases navales rusas en Crimea, que expiraba en 2017, por 25 años con una opción de renovación de cinco años más.

En noviembre de 2013, Yanukóvich debía viajar a Vilinius (Lituania) para asistir a una cumbre con la UE en la que se esperaba que firmara un acuerdo que habría establecido un marco para la relación de Ucrania con el bloque europeo, incluyendo condiciones comerciales preferenciales. El acuerdo habría colocado a Ucrania en una senda clara para su eventual adhesión a la UE, esta decisión enfureció a Putin. Le cortó el suministro de energía al país y bloqueó casi todas las importaciones de Ucrania. También amenazó públicamente con llevar a Ucrania al default de su deuda soberana si seguía adelante con el acuerdo comercial con la UE.

El 21 de noviembre, Yanukóvich sucumbió a esta presión y cambió repentinamente de rumbo, diciendo que no firmaría el acuerdo de alineación con la UE, aunque seguía siendo partidario de una eventual adhesión de Ucrania a la unión. En su lugar, aceptaría un paquete de ayuda financiera rusa para hacer frente a las obligaciones de la deuda del país. Fue cuando se hartó el pueblo y desencadenó las protestas del Maidan. Los manifestantes acamparon en la Plaza de la Independencia de Kiev y anunciaron que se quedarían ahí hasta que Yanukóvich firmará el acuerdo con la UE, liberara a los manifestantes encarcelados, liberalizara la Constitución y, por último, renunciara. Las fuerzas especiales de la policía atacaron brutalmente, dejando heridos por todo el centro de Kiev. La violencia se intensificó a partir del 16 de enero de 2014, cuando Yanukóvich promulgó una serie de restricciones draconianas a la libertad de expresión y de reunión. Los manifestantes ocuparon edificios de la administración provincial en toda Ucrania y las protestas siguieron creciendo, incluso en las zonas ruso parlantes del Este.

En las manifestaciones 29 protestantes y siete policías murieron y miles de heridos. El 21 de febrero, Yanukóvich salió a decir que había alcanzado un incierto acuerdo con la oposición política que fue rechazado por la gente en la plaza. Huyó de Kiev. El auto en que viajaba fue tiroteado, pero logró llegar a la frontera con Rusia y a partir de allí quedó bajo la protección de Putin.

Al día siguiente, el Parlamento ucraniano votó su destitución formal. Meses después, el organismo emitió una orden de arresto contra él, acusándolo de ser responsable de “la matanza masiva de civiles.” En enero de 2019, un tribunal ucraniano lo condenó en ausencia a 13 años de prisión por traición. Desde Moscú, Yanukóvich concedió varias entrevistas en las que repitió que seguía siendo “el jefe legítimo del Estado ucraniano elegido en una votación libre por los ciudadanos ucranianos.”

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