Monigotes de personajes de Disney o de políticos como el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, son los protagonistas de la Nochevieja de Ecuador, donde se los quema para dejar atrás simbólicamente lo malo que ha sucedido en el año.
Mientras el fuego destruye los aspectos más negativos del año que se va, muchos, la mayoría hombres, se visten de viudas para despedir al «viejito» que ya no volverá, y pedirle al nuevo «marido» sus deseos, al tiempo que saltan sobre las hogueras formadas por los monigotes.
Una de esas «viudas» es Déborah Meltrozo que, con su peluca azul y su traje ajustado, recordó que esta manera de despedir el año «es muy ecuatoriana» y apuntó que le pide al nuevo marido que traiga «harta prosperidad, salud y vida para todos».
Desde días antes del 31 de diciembre, muchas empresas como la de Meltrozo celebran sus fiestas particulares para despedir el periodo, en las que elaboran sus propios «Años Viejos» -monigotes de papel o cartón- que representan a compañeros, jefes, e incluso a políticos que no se han portado bien durante el año.
Pero es en Nochevieja cuando las calles de Ecuador se llenan de focos ígneos que las familias prenden junto a testamentos con letanías que recuerdan los acontecimientos pasados y los desafíos futuros.
«Pienso que prendemos los Años Viejos para quemar la mala energía, las malas vibras y las malas cosas que nos han pasado durante el año, y el fuego siempre va a simbolizar un nuevo comienzo», explicó a Efe Carolina Cuenca mientras compraba uno de esos monigotes con forma de Pinocho.
Destacó que muchas personas compran muñecos o caretas de Nicolás Maduro para esta Nochevieja, algo que le sorprendió ya que en Ecuador es común que se quemen efigies de políticos locales, y consideró que quien merece ser pasto de las llamas es el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, «sobre todo por estas nuevas cuestiones económicas que nos están cayendo justo a final del año».
Quienes venden «Años Viejos» han visto que el personaje del presidente venezolano es muy solicitado por la clientela, así como el del exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, el del propio Moreno, o de su predecesor en el cargo, Rafael Correa, un clásico de estas fechas.
Precisamente, Alfredo León, un emigrante venezolano que lleva tres meses viviendo en Ecuador, afirmó para Efe que le gusta la tradición de Nochevieja del «país hermano», que aprovechará para quemar un monigote de Maduro.
«Tenemos un presidente que no nos está ayudando en nada, queremos que salga, porque estamos cada vez más bajo», argumentó como principal motivo para querer mandar a la hoguera la figura de Maduro.
Los «Años Viejos» son muñecos que, en principio, se rellenaban de serrín, pero que con el paso del tiempo han ido variando su forma de confección hacia materiales más ligeros y que prenden más rápido, como el papel o el cartón.
Precisamente, una de las pioneras en traer el modelo de cartón a la capital de Ecuador desde la ciudad de Guayaquil fue la vendedora Miriam Guilca, que comentó a Efe que desde los siete años se encarga de esta tradición, primero en la ciudad costera y luego en Quito.
«Es mucho mejor el de cartón porque es más ligero, y hace menos basura y contaminación», aseguró Guilca, que le pide al Nuevo Año que se acabe la crisis económica en el país y «trabajo para todas las personas que no tienen».
Esta tradición es muy querida, sobre todo, entre los más pequeños de la casa que, según la vendedora Blanca Lincanjo, son quienes tiran de sus padres y madres para comprar monigotes con personajes cómicos o de dibujos animados.
Para el fin de año en el país andino, también es típico cumplir alguna cábalas, como vestir ropa interior de color rojo, amarillo o verde, lavarse las manos con champán y azúcar para llamar a la buena suerte, o bañarse en infusiones de hierbas típicas de Ecuador, como la manzanilla o el cedrón.
Todo ello tiene como objetivo celebrar una de las noches más mágicas del año en cualquier parte del mundo, con tradiciones centenarias que cada país o región disfruta de una manera distinta, pero que tienen como nexo en común despedir al periodo que se va con todas sus cosas malas, y darle la bienvenida al nuevo con esperanza y los mejores deseos.
Información de EFE.
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