La investigadora cubano-estadounidense María Werlau tuvo que encajar las piezas «como un rompecabezas» para su nuevo libro, en el que aborda de manera integral lo que define como la «ocupación asimétrica» de Venezuela por parte de Cuba, que, según dice a Efe, es «peor» de lo que se imaginaba al empezar.
«Hay pocos libros y mucho material periodístico, por lo que tuve que ensamblar todo. Creo que no ha habido trabajos académicos serios de la manera en que es necesario llevar este tema«, afirma poco antes de presentar este miércoles en Miami «La intervención de Cuba en Venezuela: Una ocupación estratégica con implicaciones globales«.
«Había mucho material suelto y disperso sobre distintos ángulos de la intervención cubana, pero no había nada integral de lo que estaba pasando en Venezuela«, dice Werlau, quien llegó a Estados Unidos como refugiada política a los ocho meses de vida.
«Fue como un rompecabezas. Por el camino me di cuenta de que era peor de lo que me imaginaba«, resaltó.
La también consultora independiente quiere poner este material «a disposición de analistas y gobiernos«.
El volumen, con casi 300 páginas y 11 capítulos, ha sido publicado por Free Society Proyect y está disponible en inglés y español, aunque solo en este último idioma se pude conseguir con el capítulo añadido «La ofensiva insurreccional del 2019: un cambio de tácticas ya ensayado».
«La intervención de Cuba en Venezuela: Una ocupación estratégica con implicaciones globales» cuenta con alrededor de 1.600 citas bibliográficas, más de 800 fuentes sobre el tema y, de ellas, más de 30 fuentes primarias.
El volumen se remonta a la época del gobierno constitucional de Rómulo Betancourt (1959-1964), a quien Fidel Castro visitó de inmediato para proponerle «lo mismo que le propuso a (Hugo) Chávez», la «alianza radical» entre ambos países, que se mantiene pese a la muerte de sus artífices.
«Fidel llega a Venezuela (en 1959) a los 15 días de entrar a La Habana (…). Llega con toda la plana mayor del ejército rebelde y se reúne con Rómulo Betancourt y le propone lo mismo que le propuso a (Hugo) Chávez», dice la directora ejecutiva de la ONG Free Society Proyect, más conocida como «Archivo Cuba».
Según Werlau, Castro estaba obsesionado con Venezuela por su situación geopolítica, como puerta de entrada del Caribe, así como por la riqueza petrolera.
El libro, que según la autora «pudo haber sido la génesis de la relación Castro-Chávez«, tiene un contenido mucho más amplio.
«Explica cómo, a pesar de ser Cuba mucho más pequeña, pobre y subdesarrollada, logró el papel dominante con una metodología derivada de la naturaleza totalitaria de su sistema», según se lee en las notas de presentación.
Entre las fuentes orales que Werlau consultó hay generales retirados en Venezuela y en el exilio, así como expertos en informática.
Uno de ellos es Anthony Daquin, especialista en sistemas informáticos de seguridad, quien le habló a Werlau del cable submarino de fibra óptica que conecta a ambos países.
Cuando Werlau dice que para erradicar el dominio cubano sobre Venezuela «hay que cortar el cable y empezar de cero«, no es una metáfora.
«En Cuba dijeron que (el cable) no funcionó, pero yo me quedé impresionada con lo que han logrado«, dice.
«Cuba se apodera de toda la data de identidad de los venezolanos, maneja las comunicaciones, el ‘social media’ (redes sociales). El programa para monitorear esto se llama Estela. Cuba tienen acceso a toda la identidad de los venezolanos; ni te hablo del padrón electoral», comenta la autora.
«No necesitas una fuerza militar ni armas en la calle para tomar un país«, explica Werlau sobre su concepto de «ocupación asimétrica».
Pero la autora va más lejos y se adentra en la «ingeniería social» empleada por el castrismo, en el capítulo «La santería, una invasión sofisticada».
«Cuba tuvo 20 años más para preparar a sus cuadros urbanos, a partir de que entró el dinero de Venezuela en la ecuación«, comenta.
Para esta investigadora, la vida de Castro y de Chávez tienen cierto paralelismo al haber recibido ambos una amnistía estando en prisión.
«Cuba manda un contingente de efectivos a ayudar en la campaña de elecciones de Chávez, que dijo que no era socialista, mintiendo, porque eso era parte del plan», afirma.
«Cuando Chávez va a Cuba en 1994 ya estaba concertado. Castro lo había propuesto en este rol como su delfín en la toma del continente«, dice la autora.
«Fidel es quien lo lleva a La Habana y, aunque ellos han mentido sobre esto, hay una fuente que confirma que Fidel lo mandó a buscar«, agrega Werlau, quien trabajó tres años en Venezuela con el Chase Manhattan Bank.
Para la autora, «el socialismo del siglo XXI, como lo instrumentaron en Venezuela, tiene fallas estructurales importantes, porque requiere de mucho tiempo y dinero para desarticular las instituciones democráticas desde adentro».
«La metodología funciona, el asunto es qué va a pasar sin la cantidad de dinero de Venezuela a su disposición. Por eso es que crean el Grupo de Puebla y lanzan esta nueva modalidad de insurgencia, que donde mejor les ha ido es en Chile», indica Werlau.
Redacción Maduradas con información de EFE
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