En la era de la exposición en redes sociales, la privacidad se desvanece entre fotos, relatos y comentarios que se comparten públicamente. El “sharenting”, término que combina “compartir” y “paternidad”, se refiere a la práctica de publicar fotos y videos de la vida infantil en plataformas digitales. Desde nacimientos hasta momentos cotidianos, todo se comparte con amigos o incluso en perfiles públicos.
Aunque la intención inicial es celebrar momentos felices, detrás de esta acción subyacen deseos de pertenencia social. Los adultos, al igual que los adolescentes, buscan integrarse al grupo compartiendo sus experiencias familiares. Las redes sociales han convertido la visibilidad en una necesidad: “si no estás en las redes, no existes”.
Sin embargo, este fenómeno tiene consecuencias. Los niños crecen viendo a sus padres publicar fotos, sin cuestionar si está bien o mal. La línea entre lo propio y lo ajeno se difumina, comprometiendo su individualidad. Además, la virtualidad se convierte en “la realidad” a la que deben responder, basándose en la validación social que obtienen a través de los “me gusta”.
La generación Z, criada en la era digital, comparte la exposición virtual con el mundo adulto. La tecnología elimina las barreras generacionales: todos, sin importar la edad, usan aplicaciones y dispositivos digitales.
El consentimiento del niño es otro aspecto crucial. Aunque no pueden dar permiso para publicar sus fotos, los adultos toman esa decisión por ellos. A medida que crezcan, podrán cuestionar la exposición de su intimidad.
El “sharenting” también abre la puerta al acoso. Las fotos de los niños pueden ser objeto de burlas o señalamientos en línea. Además, existe un riesgo legal al usar material infantil para ciberacoso, grooming, pedofilia o suplantación de identidad.
Redacción Maduradas con información de Infobae
Lea también: Padres de Christian Nodal evadieron la pregunta sobre el supuesto matrimonio en Italia con Ángela Aguilar (+Video)