Este año, su programa Conclusiones, de CNN, ha desatado pasiones y rencores en la audiencia criolla. Antes de eso ya se había enamorado de una venezolana con la que contraerá nupcias en México, su tierra natal. Acá su verbo desde Atlanta. Dice ser hogareño, hábil para la carpintería y cualquier otro tipo de manualidades requeridas en casa. No cocina, lo hacía mientras estuvo soltero para sobrevivir y comenta que por consideración no ofrecería sus experimentos gastronómicos a ningún comensal. Es periodista pero tiene nombre y porte de galán de telenovela: Luis Fernando Del Rincón (aunque usa solo su segundo nombre). Nació un 18 de agosto de 1969 en Cuernavaca, Morelos. “En México la llamamos ‘la ciudad de la eterna primavera’, por su clima y sus paisajes. De allí tengo muy bonitos recuerdos, crecí como cualquier otro niño, jugaba fútbol americano y vivía en una casa muy bonita que tenía dos piscinas”, comenta desde la línea telefónica que comunica Atlanta con Caracas.
En Venezuela, Del Rincón se convirtió en un personaje en boga gracias a Conclusiones -espacio ganador del premio ACE 2014 como “Mejor Programa de Televisión General”-, que conduce a través de CNN en español, desde el que ha hecho una amplia cobertura de las noticias locales en lo que va de este año. Un reportaje in situ lo trajo a estas tierras en las que se mezcló entre las protestas callejeras y entrevistó voceros del gobierno y la oposición.
Su trabajo ha desatado pasiones y rencores de un lado y del otro. En Twitter las etiquetas de su programa #Conclu siempre ocupan los primeros lugares de la tendencia. En esa red social ha recibido desde agradecimientos y piropos hasta insultos y acusaciones, como aquella que evoca un supuesto episodio de violencia doméstica con su exesposa, la periodista puertorriqueña Carmen Dominicci. Próximamente se casará con la actriz venezolana Jullye Giliberti, su compañera de vida en Atlanta desde hace más de cinco años. El eslogan de su programa “Si no lo vio en Conclusiones, no lo vio” y el tono regio que usa para decirlo al final de la transmisión generó parodias en varios espacios locales como la serie animada Isla Presidencial que emitió el episodio ConcluIsla.
En febrero pasado concedió una entrevista a El Universal y en marzo al diario Últimas Noticias, ambas “al calor del acontecer nacional”, sin dejar de mencionar que se convirtió en un amigo de la casa en Chataing TV. Este es su verbo sosegado para Estampas.
Eso de “Si no lo vio en Conclusiones, no lo vio”, ¿no te suena algo arrogante?
“Pues no (risas). Normalmente, buscamos tener al protagonista de la noticia del día. Recuerda que es un programa al que le toca cerrar la jornada, por lo cual es muy difícil no repetir lo que ya todo el mundo ha dicho. Por eso buscamos material exclusivo. Muchos creen que el eslogan se me ocurrió a propósito de las coberturas que he hecho de lo que pasa en Venezuela, pero surgió un poco antes”.
En todo caso, tienes un idilio mediático con este país…
“Y me encanta. El venezolano es para mí un hermano. Estoy maravillado con las muestras de cariño que me han manifestado. Algunos me dicen que ‘están en deuda conmigo’ por la cobertura que he venido haciendo y yo solo cumplo con mi trabajo. El que está en deuda con ustedes soy yo por esos afectos”.
En ConCluIsla se insinúa, en broma, que si no fuera por la censura de los medios en Venezuela tú no tuvieses el rating que tienes…
“Pues en parte es verdad. ConcluIsla es una sátira y la sátira siempre parte de la realidad y la exagera. Y en Conclusiones se han mostrado noticias que, ciertamente, no han salido en otros espacios venezolanos. Es una situación que me lleva a mí, no conscientemente, a sacar ventaja. Por cierto, gracias a ConcluIsla por incluirme”.
Allí tu dibujo animado dice: “Les habla el guapísimo Fernando Del Rincón”, ¿cómo está tu ego?
“Saboteo mucho la manera en como me veo físicamente. Lo puede confirmar mi mánager. Por ejemplo, el pelo me crece muy rápido y me da una flojera horrible ir a la peluquería. Opto por peinarme. Me preocupo más por el contenido del programa, estoy metido en otra cosa. Cuido mi apariencia porque le debo respeto a la audiencia. Pero disfruto los halagos, por supuesto. Me hacen sonreír”.
¿Y cómo te va con lo que te dicen tus detractores?
“Cuando te hablo del buen trato que he recibido de los venezolanos me refiero a todos los venezolanos, no a la mitad de ellos. Aun los que no comparten nuestras políticas editoriales me han tratado con afecto. Tenemos nuestras diferencias, pero se me acercan y las dialogamos. En cuanto a los que me insultan, para mí no existen. Reflexiono las críticas bien argumentadas”.
¿Te ha reclamado México la amplia cobertura de la situación venezolana?
“Ha habido celos mediáticos de muchos países, no solo de México. También de Ecuador, Guatemala y Perú. De Colombia me escribieron: ‘Fernando, ¿por qué no hablas también de nosotros? Acá también hay marchas, hay problemas’. Hay momentos para todos, pero ahora le tocó a Venezuela”.
Si fueras presidente de Venezuela, ¿qué sería lo primero que harías?
“Obtener la nacionalidad (risas)”.
¿Cómo surge tu idilio con una venezolana?
“Hace más de cinco años, yo estaba trabajando como locutor de La Mega, en Miami, y una revista me invitó a desfilar en un evento benéfico que coloca celebridades en la pasarela. Yo no soy modelo, pero me dije: ‘vamos a hacerlo’. Y allí conocí a Jullye. Al principio pensé que era mexicana por aquello de que a las actrices las mandan a neutralizar el acento. Después del desfile yo tenía otro evento y lo suspendí para quedarme con ella. Y desde esa noche estamos juntos”.
¿Qué fue lo que te enamoró?, más allá de lo obvio…
“Además de su belleza, me ha enamorado su nobleza, su capacidad de amar. Yo la veo que va regando corazoncitos por todo el mundo. Es un sol, siempre está sonriendo, siempre es positiva. Es una mujer que me ha tenido mucha paciencia, que me ha generado una estabilidad sentimental única. Si no me detienes puedo pasar una hora acá hablando de ella”.
¿Cuándo y dónde es la boda?
“Tenemos pensado hacerla en Playa del Carmen, México, que nos encanta a los dos. Es nuestro destino fijo de vacaciones. Pero aún no tenemos fecha. Debemos coordinar muchas cosas: su familia en Venezuela, la mía en México y nosotros en Atlanta… “.
Dices que Jullye te tiene mucha paciencia, ¿por qué en particular?
“Porque entiende la naturaleza de mi trabajo, aunque a veces le preocupa que no me desconecte en todo el día. Me dice: ‘tómate un breakcito’”.
¿Podrías hablar de lo que ocurrió con Carmen Dominicci?
“Ya no es momento de hablar de eso. Han pasado muchos años. No voy a participar en mantener vivo algo que está muerto”.
Es un tema que se usa en tu contra…
“Sí, yo sé. Pero son recursos inútiles para desprestigiar mi carrera”.
¿Haces periodismo de guerra o guerrero?
“El periodismo de guerra es aquel que cubre una guerra, respeto a quienes lo ejercen. No entiendo por qué se le ha dado una connotación negativa. En todo caso, me identifico con el periodismo ‘guerrero’ si es visto como aquel en el que el periodista lucha por sacar la verdad a la luz, por llegar hasta el fondo de la historia y estar en el lugar de los hechos”.
Como un Indiana Jones de las noticias…
“No. Tendría que tener un nivel de ego muy grande. Yo hago un trabajo. Y además no soy yo solo, hay un equipo de profesionales conmigo. Me parecería muy equivocado verme así”.
Acá en Venezuela, hay quien te ve así…
“Fue un asunto que me tocó aclarar en todos los lugares que visitaba. En San Cristóbal, por ejemplo, una señora me decía: ‘Fernando, sube a esa tanqueta y dinos algo, háblales a los venezolanos’. Y yo le respondía: ‘Yo no tengo nada que hablar, señora, estoy trabajando. No soy un líder político, soy un periodista que los está escuchando’”.
Es decir, que la política no te interesa para nada…
“(Silencio) Me interesa más analizarla. Pero no voy a decirte ‘de esta agua no beberé’. Sería un error. Quién sabe, si se dan las condiciones correctas a lo mejor algún día me verás haciendo política”.
¿Qué otra cosa hubieras sido?
“Me hubiera encantado ser tenista profesional. Me gusta mucho el tenis, jugué durante muchos años. Si no, me hubiera fascinado ser cineasta”.
¿Y a estas alturas lo descartas?
“Mi hermano y yo tenemos el sueño de hacer cine documental. Si llega el momento, lo haremos… Llegará”.
Si tu vida fuera una película, ¿cómo sería?
“Tendría que dirigirla Quentin Tarantino. He cubierto la Guerra de Irak, el 11 de septiembre, la amenaza nuclear en Fukushima y el terremoto de Haití, entre otros sucesos”.
¿Tienes el humor negro de Tarantino?
“Para hablar de mí mismo, sí”.
¿Cómo te describirías si fueses uno de sus roles?
“Me vería como un personaje que entre altas y bajas ha tenido una suerte enorme, que a veces ni sabe cómo llega a ciertos escenarios en su vida. Quizá tendría algo de Django Desencadenado”.
¿Qué concluyes de la situación del país?
“Veo una Venezuela colapsada que está buscando reinventarse en medio de un momento muy complejo, a escala social, política y económica. Veo una Venezuela lastimada, dolida. Si fuese un ser humano habría que curarle muchas heridas. Solo espero que pronto encuentre el camino de la reconciliación”.
¿Algún recuerdo memorable de tu cobertura?
“Muchísimos. Pero debo mencionar nuevamente los hechos de San Cristóbal, Táchira. Fue un esfuerzo físico y emocional muy grande. Yo tenía gripe y fiebre y debía continuar trabajando con un chaleco antibalas encima y multitudes de gente a mi alrededor”.
Entre esas multitudes, ¿recuerdas a algún personaje en especial?
“Hay una imagen circulando por allí en la que salgo sosteniendo a un muchacho por la cabeza. Tiene unos 30 años y llevaba puesta una gorra con la bandera de Venezuela. Había comenzado a hablar conmigo de la situación del país y de repente se fue en llanto. Fue mi difícil. Se aferró a mí mientras yo volteaba a ver una barricada. No sé quién tomó la foto, pero la tengo en mi teléfono como protector de pantalla”.
Fuente: Estampas