Durante un mitin en Aurora, Colorado, el pasado viernes, el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, intensificó su retórica antiinmigrante al proponer la aplicación de la Ley de Extranjeros Enemigos de 1798.
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Esta normativa, utilizada durante la Segunda Guerra Mundial para encarcelar a extranjeros de origen italiano, alemán y japonés, es vista por el exmandatario como una solución para desmantelar redes criminales de migrantes en ese país.
Trump afirmó que en Venezuela los crímenes supuestamente han disminuido 72% al desplazar a los delincuentes hacia la frontera, sugiriendo que Estados Unidos debería adoptar una estrategia similar.
“Invocaré la ley de enemigos extranjeros de 1798 para apuntar y desmantelar cada red criminal migrante operando en suelo estadounidense”, prometió el magnate, prometiendo que Colorado volverá a ser un estado seguro.
Mike Coffman, alcalde de Aurora, contradijo las declaraciones de Trump en The New York Times, asegurando que Aurora es una ciudad segura y no está invadida por bandas venezolanas.
Sin embargo, Trump anunció su plan de deportación masiva, denominado Operación Aurora, y prometió detener lo que considera una “invasión” de inmigrantes a través de la frontera sur. Cabe destacar que el 5 de noviembre, día en el que se celebrarán las elecciones, lo describe como el “día de la liberación”.
La Ley de Extranjeros Enemigos solo es aplicable en casos de guerra declarada, invasión o incursión predatoria en territorio estadounidense. En estos casos, los presidentes pueden emplear la legislación sin la aprobación del Congreso. No obstante, la propuesta de Trump podría enfrentar barreras jurídicas, ya que la ley permite la aprehensión, retención y expulsión de nativos, ciudadanos, habitantes o súbditos de naciones hostiles mayores de catorce años que no se encuentren naturalizados.
Redacción Maduradas con información de El País.
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