La ciudadana argentina Florencia Napoli, es una de las personas a bordo del crucero Carnival que navega lento entre la costa de Florida y Cuba, sin fecha de parada, con solo 350 personas.
La embarcación que antes era un lugar lleno de ruido por los pasajeros que disfrutaban de la piscina, el mar, los atardeceres y la gastronomía internacional, ahora es un espacio solitario y silencioso.
“Es shockeante ver el barco vacío casi en silencio y poco movimiento. Este lugar siempre fue una fiesta con grupo de jóvenes, música y diversión”, explica la mujer que ahora ve enorme aquella embarcación de 3.000 metros repartidos en 12 pisos.
“Cada vez somos menos a bordo, de a poco va quedando más grande. Mi miedo, es que se vayan mis pocos compañeros y amigos que son parte de mi contención diaria ”, explicó.
El 7 de octubre de 2019 Florencia dejó Buenos Aires rumbo a Miami al embarcarse en el crucero por razones laborales: “Me postulé y me ofrecieron ser la voz femenina de la banda de rock del crucero. Hacía mucho tiempo que quería vivir esta experiencia, no solo por el hecho de viajar, conocer gente y la compensación económica, sino por el entrenamiento vocal diario: cantábamos todos los días durante casi tres horas».
Diariamente subían y bajaban personas de la embarcación, hasta que se conoció de la pandemia por coronavirus, lo que obligó a la empresa a cancelar sus operaciones.
«De la noche a la mañana, esto quedó inhabitado. Inclusive más de la mitad de la tripulación pudo volver a casa. Otros no tuvimos la misma suerte», detalló.
Luego comenzaron a reinar las restricciones en el crucero: «Obviamente la pileta fue limitada al uso. También cerró el spa, el casino, el teatro, la sala de juegos y algunos restaurantes. Todo fue tapado y encintado. Se vive cierta desolación”.
Florencia espera poder desembarcar: “Lo que angustia es la incertidumbre y esta sensación de estar navegando solos sin destino. Hay días que trato de no pensar dónde estoy, si no me desespero».
Redacción Maduradas con información de Infobae