Laura es una joven venezolana que apenas se acerca a cumplir los 20 años y emigró a Colombia. Desde allí envía 150.000 pesos a su familia en Venezuela, lo que solo le alcanza a su papá para comprar un modesto mercado que no cubre la alimentación de su mamá y sus tres sobrinos.

Composición Maduradas.
Fotos: El Cooperante / La Neta Noticias.
Cuando Laura vivía en Caracas, trabajaba atendiendo una panadería e iba al liceo a estudiar, aunque no terminó el bachillerato porque «la situación se puso muy dura».
«No se conseguía nada para comer y todo se puso muy caro. Por eso dejé de estudiar y me puse a trabajar, pero ni así conseguíamos terminar el mes”, contó.
Una familiar suya viajó a Colombia primero que ella y se radicó en Soacha, donde ejercía la prostitución hasta que comenzó a padecer un cáncer de matriz:
“Ella llegó primero, se instaló y hace cinco meses yo viajé desde Caracas. Comencé a vivir con ella y arranqué a trabajar en una panadería aquí en Soacha. Pero solo me recibieron un mes, porque no conseguí el permiso de trabajo. Entonces me sacaron y yo no me podía quedar sin dinero”, indicó la joven.
Se vio en la obligación de trabajar en un bar como trabajadora sexual, aunque nunca lo había hecho antes. “La primera vez que me acosté con un cliente, yo cerré los ojos y comencé a pensar en mis papás y en mi familia”, recordó.
Comentó que su sueño era ir a la universidad, estudiar Contabilidad, pero se cuestionó cómo lograrlo si en su hogar no tenían alimento.
Redacción Maduradas con información de El Nacional.
Lea también:
¡DE LA MISMA CALAÑA! Daniel Ortega se solidariza con Maduro: “La vergüenza es de ellos. La dignidad es nuestra”