Un podcast, recientemente, publicado, revelaría detalles compartidos por Aliia Roza, ex espía entrenada por el Servicio Federal de Seguridad Ruso (FSB), sobre su trabajo. El material estaría dentro de un podcast titulado «To Die For», el cual brinda una mirada sin precedentes en el mundo del espionaje.
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Fox News
Roza, quien había estado en silencio durante más de dos décadas, explicó cómo se convirtió en una «maestra manipuladora», utilizando la seducción como herramienta de espionaje. Así mismo, destacó el entrenamiento inhumano y las técnicas psicológicas avanzadas que recibió desde una edad temprana.
«No se trata solo de sexo; en realidad, está muy lejos del sexo. Se trata del arte de la comunicación«, explicó.
Es importante mencionar que Roza nació en una familia de origen kazajo-tártaro de un oficial militar de alto rango en la Unión Soviética. Su abuelo luchó contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y su padre fue oficial de alto rango durante más de 45 años.
En ese sentido, según reveló la mujer, cuando era niña, participó en un programa gubernamental especial para hijos de oficiales de alto rango y, aunque su sueño era ser diseñadora de modas, esa idea pronto tuvo que desaparecer por orden de su propio padre.
Su entrenamiento cubría desde artes marciales hasta técnicas de persuasión, preparándola para una carrera que nunca escogió.
«Me hicieron creer que era una heroína que luchaba contra el tráfico de personas y de drogas, salvando a todos estos niños«, confesó.
«Nosotros, como agentes, teníamos un salario muy bajo. Teníamos como $100 al mes trabajando seis días a la semana. Pero me sentí patriótica. Me sentí como una heroína salvando la vida de alguien. Y me sentí muy poderosa. Sentí que nadie podía hacerlo. Estaba sacrificando mi cuerpo haciendo todas estas misiones. Entonces, simplemente separé mis emociones de mi cuerpo», agregó.
De acuerdo con New York Post, en 2004, Roza se enamoró de un hombre sobre el que debía recopilar información, pero sus asociados descubrieron su verdadera identidad. Por esto, con la ayuda de su amante, logró escapar de Moscú y establecerse en Los Ángeles, donde ha vivido bajo un nuevo nombre desde entonces.
«Vi a todas estas otras agentes femeninas que alcanzaron cierta edad, como 56 años. Eran tan miserables, tan solitarias. No se les permitía tener vidas privadas. No podían tener familias. No podía permitir que eso me pasara a mí», expresó y aseveró que el mayor «logro» de su vida fue, de hecho, convertirse en madre.
Redacción Maduradas con información de New York Post
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