Recientemente, se volvió tendencia la historia de Raúl Andrés Biocchi, un ingeniero civil graduado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el cual, luego de tener un tiempo viviendo en Carolina del Norte (Estados Unidos), encontró una actividad que disfrutaba hacer para distraerse: senderismo en los parques nacionales de Estados Unidos.
La Patilla
Con el tiempo, descubrió que le interesaba llegar a la cima del Monte Everest, la que se considera de montaña más alta del mundo, con más de 8.000 metros de altura.
«Después de hacer los hikings más fáciles, abordé más montañas con un poquito más de dificultad y así sucesivamente. La meta del Everest siempre la tenía en cuenta, pero la veía muy lejana. Entonces, cuando fui haciendo montaña, más alta, más alta, dije: ‘Bueno, creo que sí se puede’ y ahí fue que me decidí«, dijo, según reseñó La Patilla.
Así que la decisión de subir el Everest la tomó relativamente pronto, luego de superar otros vertiginosos muros superiores a los 5.000 metros, como es el caso del Kilimanjaro y la Lobuche. Sin embargo, consultó con escaladores que habían alcanzado la cima o que tenían pensado hacerlo. Del mismo modo, se topó con detractores que le sugirieron desistir por su falta de preparación.
A pesar de todo eso, Biocchi los ignoró y continuó su preparación. Entonces, cuandoya se encontraba en su travesía, conoció a varias personas que también tenían previsto subir al monte.
Comentó que tuvo que hacer escala en cuatro campamentos para recuperar fuerzas en un recorrido que le tomó aproximadamente una semana y durante el que escasamente pudo descansar unas 27 horas.
«Siempre corres riesgos. Luego que uno va de los 6.500 metros, después del campamento 2 hasta la cumbre, que todavía tienes que atravesar campamento 3, campamento 4 y la cumbre piensas muchas cosas. No tienes helicópteros que puedan llegar hacía ti, estás a tu merced. Entonces, sí sentí que mi vida corría peligro, sobre todo luego de pasar los 8.000 metros, que es lo que llaman la zona de la muerte, admites que cualquier cosa delicada, te doblas el pie, te da un dolor de cabeza, estás frito», recordó.
A pesar de que, una vez se encontraba en el último tramo de la travesía para llegar a la cima, solía recordar que siempre podía regresar, recordaba su motivación para coronar la montaña.
«Mentalmente, estás súper concentrado, físicamente estás dando todo, sabes que la cumbre está cerca, pero al mismo tiempo falta mucho, es relativo. Imaginaba: ‘Bueno, daré todo de mí y si en un momento me tengo que regresar, lo hago. Mi vida es más importante, mis dedos son más importantes que llegar a la cumbre’. Siempre tenía en mi mente que, si tenía que regresar, me regresaba«, expuso.
Cuando finalmente llegó a la cima, Biocchi no se enteró que ya en tierra firme sabían de su hazaña, gracias al sitio web de Nepal. No fue sino hasta que logró llamar a su madre, quien le dio la noticia del reconocimiento que muchos le habían brindado en los medios de comunicación.
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Redacción Maduradas con información de La Patilla
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