Aunque muy desabastecido, en el mercado venezolano también se ven de vez en cuando esos productos que, aunque estuvieron desaparecidos por algún tiempo, volvieron, para la alegría (y sorpresa) de muchos. La alegría, sin embargo, se esfuma al observar el precio que trae marcado.
Esto es precisamente lo que sucede con una salsa de tomate de una marca tradicional, en cuya tapa aparece, como precio máximo de venta (o precio justo, si le gusta más esta expresión), 3.408, 16 bolívares, lo que representa la mitad de la quincena de quienes ganan sueldo mínimo.
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