Venezuela es una joya invaluable por sus recursos naturales y también por su posición geográfica. Siempre se habla de la vieja gloria en la que vivía Venezuela, la época en la que Marcos Pérez Jiménez, que aunque se conocía por dictador, impulsó a Venezuela y la hizo ser reconocida a nivel mundial, llegando a ser la primera potencia en el continente y la sexta en el mundo. Donde alguna vez el bolívar tenía más valor que el dólar americano.
Venezuela se encuentra ahora en medio de un panorama donde las importantes obras levantadas en ese entonces, razón de orgullo, se encuentran hoy cayéndose sobre sí mismas por falta de cuidado en infraestructura y el peso de las propagandas socialistas.
Las reservas de oro siendo una de las más grandes ahora se están vaciando poco a poco para sostener una economía en crisis.
Tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo pero no estamos ni siquiera entre los primeros diez productores, mismo petróleo que debía tenernos en la misma calidad de vida y desarrollo como otros países petroleros. Somos un país en donde el dinero sirve como servilletas, billetes cuyo valor de producción sobrepasa su denominación.
Desde 1952 hasta 1958 se pudo ver que Venezuela podía ser bien administrada para alcanzar su máximo potencial en cuanto a economía y posicionarse entre los mejores países del mundo. Desde 1998 hasta hoy, el chavismo y el socialismo del siglo XXI nos ha puesto entre los más peligrosos y pobres países del mundo, con una inflación exagerada, escasez, corrupción y declive social.
Hay que destacar que en aquél régimen había censura, se suprimía la opinión de la oposición y había represión, casi lo mismo que ofrece el actual gobierno pero ¿cómo es posible que un régimen llevó a Venezuela a tal punto de superación mientras que el actual régimen, pudiendo haber aprendido algunas cosas de Jiménez y que habla tan mal de la cuarta, tiene a Venezuela en su peor condición y en vías de hundirla más?
Cuando Venezuela era la sexta potencia económica del mundo:
Esto dijo Marcos Pérez Jiménez a Napoleón Bravo en una entrevista hecha en 1989
“Sería un enorme sacrilegio permitir que se hicieran verbenas o reuniones obscenas y políticas en espacios que están dedicados a la memoria del Libertador… y mucho más grande será el sacrilegio si a algún venezolano se le ocurriese utilizar el nombre del Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar, para sus ambiciones políticas, puesto que el Libertador no era político, sólo fue nuestro Libertador”.