El pasado 12 de febrero quedará marcado en los venezolanos por su fatídico final. El Gobierno de Venezuela y la oposición intercambiaron acusaciones después de que al menos tres personas murieron en los peores disturbios desde las protestas del año pasado que siguieron la estrecha victoria electoral del presidente Nicolás Maduro, así lo reseñó Reuters.
Casi un año después de la muerte del líder socialista Hugo Chávez, el derramamiento de sangre el miércoles fue la última demostración de la profunda polarización de la nación miembro de la OPEP y la desconfianza mutua entre ambos bandos políticos.
Tres personas murieron después de las marchas a favor y en contra del Gobierno en Caracas. Maduro dijo que otra persona se encontraba en estado crítico, y culpó a “pequeños grupos fascistas” que, según dijo, se infiltraron en la protesta de la oposición.
“Quieren derrocar al Gobierno a través de la violencia”, dijo Maduro a la televisión estatal. “No tienen ética, ni moral (…) No vamos a permitir más ataques”.
Un funcionario del Gobierno dijo que 23 personas resultaron heridas, 25 fueron arrestadas, cuatro vehículos de la policía fueron quemados y algunas oficinas gubernamentales sufrieron actos de vandalismo. Algunos manifestantes de la oposición, muchos de ellos con el rostro cubierto, lanzaron piedras y quemaron neumáticos en las calles.
Bajo la consigna “La Salida”, aludiendo a una partida de Maduro, los grupos de oposición de línea dura han estado llevando a cabo pequeñas protestas en todo el país durante las últimas dos semanas, quejándose de la delincuencia, la corrupción y el rápido incremento en el costo de la vida.
Leopoldo López, un líder de la oposición que ha pedido a sus partidarios salir a las calles, dijo que el Gobierno planeó el derramamiento de sangre para tratar de desacreditar a su movimiento pacífico.
“El Gobierno está jugando la carta de la violencia, y no por primera vez”, dijo López a Reuters TV después de los disparos.
“Me están culpando sin ninguna prueba (…) Soy inocente. Tengo la conciencia tranquila porque llamamos a la paz”, dijo, y agregó que las manifestaciones continuarán.
“No vamos a retroceder y no podemos retroceder porque se trata de nuestro futuro, de nuestros hijos, de millones de personas”, agregó.
Las protestas han puesto de manifiesto las diferencias dentro del liderazgo de la oposición, con algunos a favor de un enfoque más moderado que sostienen que las marchas violentas sólo hacen un favor al Gobierno, que los acusa de ser saboteadores.
Heridos y detenidos
Maduro ha apostado su presidencia en el mantenimiento de la herencia izquierdista de Chávez.
Él dice que los extremistas de la oposición quieren recrear la situación del 2002 cuando enormes protestas callejeras llevaron a un golpe de Estado que derrocó brevemente a Chávez. Él volvió al poder con la ayuda de soldados leales y cientos de miles de chavistas que salieron a las calles en protesta.
No ha habido indicios de que las refriegas actuales podrían derrocar a Maduro.
La oposición y el Gobierno se volcaron a las redes sociales para culpar a sus adversarios por el derramamiento de sangre del miércoles, un patrón familiar en Venezuela.
La oposición culpa a grupos militantes progubernamentales armados conocidos como “colectivos” de atacar a decenas de sus marchas en los últimos años.
“¡Los colectivos están llegando!” fue un grito escuchado varias veces en la última manifestación de la oposición, que llevó a algunos manifestantes a huir en busca de seguridad hacia una estación de metro en las inmediaciones.
Uno de los muertos era un líder de los colectivos, dijo Maduro.
Dos portavoces de los colectivos aparecieron en la televisión estatal a última hora del miércoles para llamar a la calma, y para exigir a López que enfrente cargos por incitar a la violencia.
Las protestas políticas esporádicas se han vuelto comunes en la última década, pero por lo general se disuelven en cosa de días cuando los residentes se cansan de las calles bloqueadas y el olor de la quema de neumáticos.
El estallido de violencia del miércoles podría apuntar a un distanciamiento cada vez mayor entre la línea dura de la oposición y los que están a favor de volver a los temas cotidianos como los malos servicios, la corrupción generalizada y una de las peores tasas de homicidios del mundo.
Los moderados de la oposición enfatizan que sus mayores éxitos, como haber convertido bastiones pro-Chávez en territorio de la oposición, vinieron luego de que los líderes se alejaron de las protestas callejeras para centrarse en las preocupaciones diarias de los votantes.
Por Daniel Wallis y Brian Ellsworth/Reuters
Vía La Patilla.