Venezuela podría dejar de cumplir con sus pagos de forma inminente. Según informa el portal financiero Bloomberg, la probabilidad de que Venezuela no pague parte de su deuda en los próximos dos años es del 73%. La caída del precio del petróleo y unas políticas económicas poco acertadas han conducido al país latinoamericano a esta complicada situación.
Desde Bloomberg señalan que estas elevadas probabilidades de impago o ‘default’ se pueden deducir del fuerte incremento del precio que han sufrido los CDS (Credit Default Swap) de Venezuela. Los CDS son un tipo de ‘seguro’ que sirve para proteger o eliminar el riesgo de crédito de un activo financiero, en este caso la deuda pública emitida por Venezuela. Cuanto mayor sea el riesgo de impago del emisor mayor será el precio del CDS para cubrir ese riesgo.
Justamente el mayor riesgo de impago por parte del Gobierno venezolano está situado en los dos años. En el mercado de deuda pública, los bonos venezolanos emitidos a este plazo otorgan una rentabilidad superior al 44%, mientras que el mismo activo financiero pero emitido por España da una rentabilidad del 0,575%.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?
Venezuela pasa por uno de los momentos más complicados de su historia reciente. La caída del precio del petróleo ha erosionado los ingresos del país. Según The Economist estos beneficios procedentes del oro negro son los que financian la mayor parte de los programas sociales el Gobierno venezolano. Además, las exportaciones petroleras representan el 96% de la entrada de divisas.
Para Bloomberg, la complicada situación de Venezuela refleja el dramático resultado de la revolución socialista que ha transformado Venezuela en los últimos 15 años, bajo el mandato de Hugo Chávez antes y de Nicolás Maduro ahora. Sus políticas han empujado a la nación al borde del colapso económico. Los inversores ya se han puesto en contacto con el bufete de abogados que representó a los tenedores de deuda Argentina en sus últimos impagos.
La economía venezolana presenta grandes desequilibrios y no todos están directamente relacionados con el shock externo provocado por la caída del precio del petróleo. Por ejemplo, la inflación interanual en agosto fue del 63,4%, aunque The Economist asegura que en el último dato, la cifra del IPC ya alcanza los tres dígitos; el crecimiento del PIB se ha estancado; y algunos bienes básicos escasean en los supermercados, lo que obliga a los consumidores a formar grandes colas para recibir de forma racionada estos bienes.
En ciertas ocasiones, el Gobierno venezolano ha intervenido los precios de ciertos bienes que son considerados básicos, con la intención de mantener un precio accesible para toda la población. Esta medida ha provocado que los productores de estos bienes comenzasen a perder dinero por cada unidad vendida, ya que su precio final era menor que el coste de la producción, obligando a algunas empresas a incurrir en pérdidas o incluso a cerrar.
Los desafíos de futuro
The Economist afirma que si Maduro quiere reanimar a la economía de Venezuela debe realizar cambios importantes en su política económica: «Debe reformar el su política monetaria en lo que se refiere a sus intervenciones en el mercado de divisas. Por otra parte también debe reformar el control de precios que ejerce sobre determinados bienes y servicios, impidiendo así su libre producción».
A pesar de la situación económica del país y de la profunda erosión que ha vivido la imagen de Maduro en los últimos meses, el semanario británico duda de una hipotética victoria del grupo opositor en las próximas elecciones.
«Mesa de la Unidad Democrática es una alianza que se encuentra muy dividida. Es un partido que consiste en la unión de decenas de partidos. Muchos de sus simpatizantes se muestran reacios a acudir a las urnas porque no confían en el sistema electoral, porque opinan que está controlado y manipulado por el actual Gobierno», culmina The Economist.
Con información de El Economista