Los enfrentamientos en Petare colocaron al líder ordinario de una banda criminal, que opera en el sector de José Félix Ribas, en el centro de la crisis de inseguridad ciudadana en la cual está sumergida el país desde hace años, y lo que es más notable en la propia política. Se trata de Wilexis Acevedo Monasterios, quien goza de mucha popularidad en el barrio y es señalado, según versiones, de recibir apoyo directo en alguna ocasión por parte del régimen de Nicolás Maduro.
El Estímulo
Su supuesto nombramiento como juez de paz, del cual aún no hay mayores detalles, vino a consolidar un poderío que venía acumulando desde hace años, reseña un reportaje realizado y publicado en el portal web de noticias venezolano El Estímulo.
En el mismo, se explica que según la Ley Orgánica de la Jurisdicción Especial de la Justicia de Paz Comunal, dictada el 2 de mayo de 2012, un juez de paz tiene como función la toma de decisiones, a través de medios alternativos, para la resolución de conflictos de forma armoniosa.
Sin embargo, el mencionado delincuente logró dicha resolución de conflictos por la fuerza. Mantuvo una especie de «pax romana» en todo el sector, señaló dicho medio de comunicación.
Todo cambió, de acuerdo a la investigación periodística, con la proclamación de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela y las protestas que se desataron en las zonas populares, las cuales fueron reprimidas por organismos de seguridad controlados por Maduro. Ese fue el punto de inflexión en la gestión de Wilexis «como justiciero y pacificador de la localidad».
Su imagen ante los vecinos se rompió. Esto, a pesar de que muchos piensan que sus soluciones radicales fueron efectivas: acabó con la delincuencia (siendo él mismo parte de ella), mantuvo el orden y hasta se volvió inspector de los comerciantes de Petare.
El nivel de vigilancia era tal, que rumores apuntan que una vez hirió en las piernas al dueño de La Propia, un abasto de la zona 8, por vender la carne por encima del precio estipulado.
Otros petareños manifestaron que se sentían seguros, podían sacar el teléfono y subir a altas horas de la noche al cerro con la certeza de que «El Patrón» los cuidaba.
Redacción Maduradas con información de El Estímulo
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