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¡ASÍ SE VIVE EN VENEZUELA! La indignación, las colas y la bota militar regresaron al Bicentenario

No fue tanto supermercado como sí, cuartel. No había compradores, había subordinados. No había comercio, había plantón. No había pollo, había una suerte de ascenso: Nuevo, ¿cumplió el orden cerrado? Tome el pollo. Cabo, ¿hizo caso? Tome el pollo, reseña Correo del Caroní.

Con esa dinámica que le imprimió la presencia militar transcurrió la primera cola en Abasto Bicentenario de Puerto Ordaz luego de las elecciones del 6 de diciembre. Tres pollos. Dos leches. Todo por 500 bolívares y algo.

Créditos: correodelcaroni.com

Créditos: correodelcaroni.com

La Guardia Nacional Bolivariana se encargó, como es habitual, de organizar a los compradores. Pero hubo algo más habitual: las colas. Cola en la mañana. Cola en la tarde. Cola con sol. Cola con llovizna. Cola. Y el acuartelamiento.

“¡Monroy, Janeth!”, gritó un uniformado mientras leía una cédula.

“¡Rivera Figuera!”, continuó. Y de la gran fila surgía una subfila que marchaba, un-dos-tres-cuá/un-dos-tres-cuá, hacia la entrada del supermercado.

La aglomeración, entonces, desataba una voz: “Están escuchando ya. Vamos a desalojar el área, por favor. Vamos a de-sa-lo-jarrr-el-á-rea-por-fa-vor”.

Era, pues, la primera cola luego de las elecciones, las colas que, según Aristóbulo Istúriz, el gobierno no pudo eliminar y que, en cierta forma, propiciaron la derrota del chavismo.

Esa cola, la de Bicentenario, fue la que hizo Diógenes Solano. Desde las 8:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde. Ocho horas. Pero nada pudo llevarse: el comprobante de trámite del carné amarillo, el de discapacitado, no le sirvió para comprar. Y a esa hora lo que hacía era ver cómo seguía la cola, la cola que hizo todo el día, con nada más en las manos que su comprobante de trámite del carné amarillo.

“No es posible, es injusto que lo hagan perder todo el día. A esta hora, me dicen que no puedo pasar. Es ilógico e injusto lo que hacen. Nos marginan así. Con la edad que tengo, 67 años, yo sé cómo se mueve la política en este país: esta gente que llegó a la mayoría (la oposición) lo busca a uno para los votos. Ahora, lo que va a ocurrir es que uno le va a echar la culpa al otro”, expresó antes de irse a su casa, en Nueva Chirica. En autobús. Le aguardaba, por tanto, al menos un par de horas para llegar. Dos horas con el pesar de una quimioterapia. Su historia es digna de una pieza de Alí Primera, el cantor tan manido por el chavismo para denostar a la democracia.

Un asomo de trifulca

Durante mediodía hubo caldeo en los ánimos cuando, entre empujones y gritos, la gente pretendió entrar al supermercado. ¿La respuesta de la Guardia? Más empujones, más gritos.

“Golpearon a los viejitos, a las mujeres embarazadas. Lo vi porque estuve desde las 5:00 de la mañana. Eso fue como a las 12:00. Avanzaban cuatro personas, nada más. Fue que ellos agarraron a golpear a la gente. Es más, mira la hora que es, y nada”, dijo una mujer.

Jhoana Herrera, una de las que estuvo en la cola todo el día, no pudo comprar: por su número de cédula, no le tocó. Lo que sí le tocó fue refunfuñarle a la nada: “Yo tengo que comprar la comida. Tengo que salir a hacer la cola. No es posible porque uno puede comprar un solo día. No es justo que uno venga a hacer la cola y se vaya sin nada”. ¿Qué más puede hacer, cuando en Ciudad Guayana, una familia promedio necesita, al menos, 11 mil bolívares para comer por una semana? Le toca cuidar el salario. Y el salario se cuida en la cola para productos regulados.

Las quejas no se repitieron solo adentro. Afuera, la fila de la tercera edad era un repertorio amplio de manifestaciones, principalmente por la actuación de los guardias.

“Es muy lento esto, vale. Yo me vengo a las 3:00 de la mañana y agarro un camión para acá. Lo que me he comido son tres cambures y un vaso de agua. De ahí no he comido más nada”, decía un hombre de sesenta y tantos que atribuía la cola al poder económico y achacaba a esto último la derrota del chavismo el 6 de diciembre: “Nosotros perdemos por el golpe económico. El poder económico influye en esto. Si no, (la oposición) no gana nunca”.

Otros optaron por explicaciones más abstractas, como Jannelis Montaño, quien está convencida de que “gane quien gane, esto va a seguir. El único que puede hacer algo es Dios. Esto está escrito en la Biblia”.

¿Qué está escrito en la Biblia?

De la escasez. Todo está escrito en la Biblia.

¿Y la Biblia dice que habrá soluciones?

Dios es el único.

Pero si la Biblia dice que hay escasez, ¿no dice que habrá soluciones?

¡Ah, no me he leído esa parte!

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