El presidente de Colombia, Iván Duque, promueve la regularización migratoria de 1,7 millones de venezolanos que se encuentran en ese país, pero esto podría tener un costo político para él.
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Según la politóloga Angelika Rettberg, la decisión de Duque es un gesto hacia el nuevo gobierno de los Estados Unidos, en manos del demócrata Joe Biden, de manera que se acelere el envío de recursos desde la comunidad internacional.
«También hay una especie de gesto hacia el nuevo gobierno de EEUU porque muestra que su política hacia Venezuela no es solo garrote, sino también zanahoria humanitaria, algo que puede ser más afín al gobierno de Joe Biden», señaló la experta.
Cabe destacar que poco después del anuncio, la medida fue celebrada por el secretario de Estado, Antony Blinken, quien señaló: «EEUU está del lado de Colombia en el apoyo de los migrantes».
Asimismo, tiene otra motivación local, pues su acción en este caso se torna consistente con su discurso, algo que le favorece, consideró la politóloga Mónica Pachón.
«La movida es inteligente porque al tiempo que reconoce a las víctimas de Maduro, es decir, que es consistente con su discurso, le da una muy buena razón al resto del espectro político para quedarse callados en el tema Venezuela, que es desde el día uno parte central de su agenda», señaló.
Del mismo modo, el politólogo Jorge Mantilla destacó que existe además otra motivación que tiene que ver con el tema de la seguridad dentro de su mismo país.
La migración es incontrolable y la irregularidad ha traído «desde el trabajo informal hasta criminalidad», indicó.
«Si bien no hemos encontrado que los venezolanos sean fuente principal de crimen, sí pueden ser instrumentalizados por bandas al no encontrar trabajo formal ni poder acceder a servicios sociales y económico», destacó Mantilla al señalar que si los venezolanos forman parte del sistema colombiano, todo funcionará mejor.
Por su parte, Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, opinó que Duque es un presidente que tenía poco que perder y estas decisiones las consideró «intrépidas y arriesgadas» de su parte que podría convertirlo «en una figura hasta global de la defensa a los refugiados».
«El problema es que el costo político de esto puede ser muy grande en un momento en el que hay más antipatía hacia la migración, porque no hubo un proceso de asimilación de la sociedad civil que permitiese preparar a la gente a esta medida», señaló Rodríguez.
Redacción Maduradas con información de Noticiero Digital.
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