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¡ATERRADA! Cilia Flores no quiere que Maduro termine preso, así lo asegura este escandaloso artículo

La peor pesadilla de Cilia Flores estuvo a punto de materializarse el 30 de abril de 2019. Pasada la media noche empezaron a circular inquietantes rumores. Movimientos de tropas en cuarteles, el tan anunciado golpe de Estado habría comenzado, llamadas de camaradas, de familiares, tensos silencios.

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Nicolás y Cilia, aferrados a los teléfonos trataban de conseguir información. El general Cristopher Figuera, director del Sebin, no respondía. Vladimir Padrino, el ministro de la Defensa sí atendía, pero con evasivas: no sabía nada, se informaría y llamaría de vuelta, reportó para Infobae Marcos Tarré Briceño.

Los asesores cubanos desaparecidos. Nicolás Maduro intentaba frenéticamente comunicarse con La Habana para que le dieran instrucciones, pero no conseguía a nadie que le atendiera o que le comunicaran con Ramiro Valdés, Miguel Díaz-Canal o Raúl Castro. Entonces Cilia le ordenó a Nicolás Maduro: «¡Coño, llama al embajador ruso!».

Cuando amanecía y las televisoras comenzaban a transmitir las sensacionales imágenes de Leopoldo López en libertad, junto con el presidente interino Juan Guaidó, acompañados por militares uniformados y armados, por primera vez en tantos años, Cilia Flores sobrepuso su instinto de supervivencia a sus ya no tan firmes convicciones políticas, no le importó sentir que traicionaba la memoria, ordenes y deseos del «comandante eterno» que le hizo jurar que siempre estaría al lado de Nicolás para apuntalarlo y apoyarlo si lo sentía debilitarse.

Los rusos habían logrado aterrizar un avión en Maiquetía para trasladarlos a donde ellos quisieran. Pero insistían, no todo estaba perdido, todavía no era necesario que se fueran de Venezuela. Cilia tomó la decisión.

«Nicolás, si quieres te quedas… Pero yo me voy pa’l carajo».

Cilia Flores voló a República Dominicana. El avión ruso regresó de inmediato a Venezuela, pero ya los analistas rusos percibían que el conato subversivo se desinflaba. A los pocos días la «primera combatiente» regresó discretamente al lado de Nicolás Maduro. Pero es la que más lo presiona ahora para llegar a un arreglo: «Nicolás, negocia en Barbados, en Noruega, en donde sea… pero vámonos. Esto no tiene salida… Si nos quedamos te van a matar, a encarcelar de por vida… A ti, a mí, a los dos, a mis hijos, al tuyo, a todos… Yo ya no puedo ni quiero seguir viviendo así».

Maduro ya no sabe qué hacer. Los cubanos, que ahora sí aparecieron le dicen una cosa, los rusos otra, parecida pero distinta, los talibanes del partido gritan, los gringos presionan y le ahorcan las finanzas, ya no confía en Vladimir Padrino ni en los otros militares.

Redacción Maduradas con información de Infobae.

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