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¡BACHAQUEO! El oficio que nació de la escasez de productos básicos y en tiempos de «revolución»

Las políticas erradas del Gobierno y la llamada «viveza criolla» mantienen en jaque al venezolano trabajador. Muchas personas han visto en el «bachaqueo» un trabajo más lucrativo en estos tiempos de crisis, pero con ello perjudican el bolsillo de la población más desfavorecida.

La escasez de alimentos, medicinas o productos para el aseo personal y del hogar que padece Venezuela desde hace unos años ha generado nuevos “empleos” en el país, que se nutren de la crisis para especular con ella.

Mercado en Petare / Créditos: Meridith Kohut para The New York Times

Mercado en Petare / Créditos: Meridith Kohut para The New York Times

Son los conocidos como “bachaqueros”, quienes compran productos al “precio justo” subvencionado establecido por el Gobierno, para revenderlos mucho más caros en el mercado ilegal.

Según un estudio de la encuestadora privada Datanálisis, el 60 por ciento de los ciudadanos que hacen desde la madrugada largas colas en las afueras de los mercados se dedican a la reventa de productos regulados, una actividad que se penaliza con multas y hasta tres años de prisión.

“Bachaquear es ilegal pero también debe serlo tener al pueblo pasando hambre”, dijo a EFE María Pérez (nombre ficticio a petición propia), quien desde hace un año distribuye productos de primera necesidad a las oficinas en las que trabaja como empleada de servicio.

Ella asegura que su actividad, con la que triplica los ingresos de su labor formal, no perjudica a nadie. “Al contrario, (los compradores) comen porque les traigo leche, azúcar… ellos no pueden escaparse para hacer cola”, afirma.

Casi como un ritual, los lunes y sábados acude en la madrugada a adquirir su mercancía; esos días pueden comprar quienes, como ella, tienen cédulas de identidad terminadas en cero, según la regulación implementada por el Estado para acabar con “el contrabando y el acaparamiento” a los que achaca la escasez.

Algunos hacen filas sin saber qué podrán comprar pero María va informada por empleados de los centros de distribución.

“Me escriben si va a llegar harina, champú, detergente (…) no cobran por el dato pero les tienes que dejar algo (dinero o productos) para que sigan soplando (informando)”, explicó.

Los contactos no pueden hacer más que informar, por lo que la cola en la que a veces pasan “hasta seis horas” solo sirve para adquirir dos productos por rubro, reseña EFE citada por El Nuevo Herald.

Para burlar las regulaciones, que incluyen además máquinas lectoras de huellas dactilares que identifican al usuario y evitan que compre el mismo rubro dos veces a la semana, algunos falsifican documentos de identidad.

Otras labores han surgido con la escasez: unos venden lugares en las colas a cambio de dinero o productos que no puedan adquirir porque “no les toca” y otros cobran por cuidar las bolsas de otras compras mientras los “bachaqueros” ingresan a abastecerse.

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