Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, aterrizó en Roma el jueves pasado con un claro propósito: «He venido a pedir al papa Francisco que no bendiga la dictadura en Venezuela«.
Tintori sostuvo en Roma una reunión con el secretario de Estado del Vaticano y ex nuncio en Venezuela, Pietro Parolin, quien se mostró preocupado por el coste que un diálogo estéril pueda suponer para Venezuela y la propia imagen de la Iglesia.
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La idea de que el Vaticano pueda ser visto como cómplice de una dictadura con vínculos ya probados con la corrupción y el narcotráfico -los sobrinos de Nicolás Maduro fueron condenados el viernes por un tribunal de Nueva York- empieza a inquietar a los asesores de Francisco.
Tintori le habló a Parolin con franqueza. De la represión política. De la falta de comida y medicamentos. De que nadie tiene el derecho a negar a los venezolanos su derecho constitucional y democrático a votar en libertad.
Parolin reconoció la frustración del Vaticano. Aquel insólito episodio de la vieja foto del Papa bendiciendo a Maduro que la propaganda chavista vendió como inédita para afianzar el diálogo, pero al mismo tiempo mantuvo ese punto de distancia, de condescendencia.
Con información de El Mundo.
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