Los adultos, sean padres o no, deben estar pendientes ante la posibilidad de que se registre un abuso sexual infantil y para ello deben conocer los aspectos básicos relacionados con esa vulneración a la integridad física y emocional de los niños.
Primero se debe diferenciar entre la pederastia y la pedofilia, que no son lo mismo:
«Un pederasta es alguien que quiere sexo con un niño, ya que solo así siente placer. Generalmente el pederasta es alguien a quien el niño no conoce y puede llegar a ser muy violento”, explicó la psicóloga María de los Ángeles Rondón.
En cambio, el pedófilo es quien «se enamora del niño, lo seduce, lo corteja, le coquetea, lo manipula, lo convence y finalmente lo ataca». Esta persona habitualmente es alguien del entorno del niño y generalmente se presenta como alguien inofensivo.
Ambos tipos pueden ser encarnados tanto por hombres como por mujeres, aunque «la mayoría son varones».
La especialista señala que no se debe tener dudas de que «los malos andan detrás de los niños a un nivel exponencial». Además, destaca que el abuso sexual infantil es más común de lo que se cree, pudiendo haber algún caso en el entorno cercano sin que se sepa.
Rondón aclara que las vulneraciones físicas y psicológicas de un niño abusado no necesariamente implican algún tipo de penetración: “El abuso sexual infantil no ocurre solo en los genitales, aunque en la mayoría de los casos termina sucediendo lo peor allí”.
Recomienda a los adultos estar alerta ante cualquier tipo de situaciones, especialmente cuando se presentan conductas fuera de lo habitual por parte de personas mayores que los niños.
Ejemplificó: “Cuando usted nota que en el entorno hay alguien que insistentemente, exageradamente, acaricia el cabello de un niño, lo mima, lo toca, o que cuando la persona se acerca el niño este manifiesta sentirse incómodo, tiene que encender sus alarmas”.
Criticó que la mayoría de los adultos duda de lo que el niño le dice “porque vivimos en un mundo que tiene a desconfiar de la víctima”. De igual manera, resaltó la importancia de mantener una comunicación efectiva entre padres e hijos.
A los padres que sospechen que sus hijos han sido víctimas de una situación de este tipo recomendó autocontrolarse y acudir con un especialista, manteniendo la calma y escuchando al niño, preguntando datos sin obligarlo a contar su experiencia a más personas, ni siquiera a la misma familia, porque pudiera comenzar a sentirse culpable y sentir que el pedófilo tenía razón cuando lo alertaba de que si hablaba se metería en problemas.
Entre las recomendaciones que hace esta psicóloga destacan:
* Conocer los amigos de sus hijos y los padres de ellos.
* Hablar con otros adultos y transmitir la buena información, seria, sobre este tipo de temas vitales.
* Cuando observen conductas inapropiadas de parte de un adulto hacia un niño tienen que buscar ayuda profesional.
* Comunicarse de la manera más efectiva con los niños y adolescentes, tanto para hablar de lo bueno y conocido como para lo que es todo lo contrario.
* Estar atentos e interesarse en la vida de sus hijos, más aún cuando están creciendo. “Suelten los aparatos electrónicos, hablen con ellos, sáquenlos de allí, establezcan la confianza para que puedan prevenir”.
* Hay que estar alerta, pero no sobreprotegerlos porque eso les restará seguridad en sí mismos además de que limitará la maduración y soltura que deben desarrollar para el manejo de situaciones y personas, en ocasiones muy exigentes.
Redacción Maduradas con información de El Universal.
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