José Luis Basanta es consejero delegado de Epalisticia, la empresa que adquirió recientemente el diario venezolano El Universal. Nacido en Galicia, fue criado en la ciudad de Lugo. Es licenciado en derecho, aunque admite que jamás ha litigado un caso. Además, es gestor de inversiones extranjeras en España y ha coordinado operaciones financieras en México. Destaca por ser el representante de los intereses del grupo farmacéutico mexicano Landsteiner Scientific en una firma de investigación instalada en Sevilla. También es socio en la consultora Alter Capital, que opera en el mismo departamento en Madrid donde Epalisticia tiene su domicilio fiscal.
Su oficina es de estilo minimalista, contiene estrictamente lo esencial. Está coronada por un gran escritorio en madera rústica, hay en él algunos libros, equipos, dos esculturas asiáticas y una amplia ventana que va de pared a pared. Basanta no ocupa su sillón de trabajo. Responde, distendido, desde una silla para visitantes. Se excusa cuando va a encender un cigarrillo. No rechaza ninguna pregunta, aunque contesta solo lo que asegura que le está permitido. Lo que dice parece tan relevante como lo que calla.
-¿Cómo explica que una empresa inmobiliaria como Epalisticia, constituida hace un año con un capital de 3.500 euros haya comprado un diario con más de 105 años de historia por varios millones de euros?
Nos ha sorprendido mucho el sesgo en algunas informaciones. Por ejemplo, el tema del capital social. Epalisticia es una expiry, un vehículo especial de inversión. Es un nombre técnico. Dicho de otra forma: Son sociedades que se constituyen para realizar determinadas operaciones. Lo cual no necesariamente constituye que sea ilegal, que sea opaco. Es muy frecuente. Y hay múltiples razones para ello. En unos casos se debe a que una empresa diversifica sus actividades y no quiere que se contaminen unas con otras. Incluso para evitar riesgos: si algo sale mal, se evita que se contaminen otras líneas de negocio. En ocasiones se emplean para establecer sociedades en países con un régimen jurídico específico. En este caso, Epalisticia se constituye como una sociedad limitada, por lo tanto se constituyó con un capital mínimo.
-¿Por qué desde España?
Porque es uno de los pocos países europeos que tiene un tratado bilateral vigente de protección de inversiones. ¿Quiere decir esto que no se hayan expropiado compañías españolas en Venezuela? Sí, y conozco historias verdaderamente sangrantes. Pero ese mecanismo también te permite reclamar. Y en la mayoría de los casos cuando se trata de conglomerados de cierta importancia, han logrado reclamar. Y uno de los ejemplos es el Grupo Santander. Esto responde a este principio: ‘vamos a protegernos’.
-¿Con qué propósito se compra El Universal?
El Universal es una gran marca, de atributos. Y eso se ha construido en 105 años de historia. Ha tenido una política de objetividad. Habrá quien no esté de acuerdo con su línea editorial, habrá quien no. Por lo que yo he podido ver es que ha mantenido una postura objetiva y critica con gobiernos de derecha y de izquierda. Supongo que eso lleva a mantener a sus lectores vinculados e interesados en sus contenidos. Los inversores decidieron apostar por medios en diversos puntos de Latinoamérica. Cuando vinieron a verme, ya ellos traían la oferta de El Universal.
-¿Quiénes vinieron a verle?
Los inversores.
-¿Y quiénes son los inversores?
No puedo decirlo. Hay unas cláusulas de confidencialidad. Y yo estoy obligado a cumplirlas. Lo que sí puedo decir, taxativamente, es que no soy accionista, no tengo participación, ni he comprado ningún periódico. Ni yo, ni mis socios. Ni Eduardo, ni José Antonio. Somos tres profesionales a quienes se nos ha contratado para hacer una gestión técnica, sobre todo económica y de empresa. Ninguno de nosotros es gente del periodismo. Yo no conozco una redacción.
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