Una multitud se concentra frente a la entrada de una tienda de ropa en un concurrido centro comercial en Caracas con una única misión: comprar con los “precios justos” que establece el Gobierno venezolano previo a la temporada navideña. La escena se repite en un trío de locales más, todas ellas franquicias de la textil española Inditex, que reapareció con nueva mercancía y colmó sus entradas con decenas de venezolanos con necesidades distintas, o simple curiosidad, ansiosos por gozar de los beneficios que ofrecen los controles gubernamentales sobre los precios. La Superintendencia de Precios Justos de Venezuela (Sundde) lanzó la semana pasada el Plan Feliz Navidad, que ordena a los comercios mantener “precios justos” en sus productos con la intención de resguardar el poder adquisitivo de los venezolanos, que por estas fechas comienzan a recibir un bono navideño de fin de año, mejor conocido como “aguinaldo”.
Este nuevo plan del Sundde aparece en momentos de total hermetismo sobre los cifras de la inflación, que el Banco Central de Venezuela (BCV) no suministra desde el pasado agosto, cuando señaló que el índice de precios interanual llegaba al 63,4 por ciento y el acumulado en lo que iba de año al 39 por ciento. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha defendido en varias ocasiones que la situación económica se debe, entre otras cuestiones, a una “guerra económica” promovida por elementos de la oposición y empresarios que especulan con los precios, con el objetivo de sacarle de la presidencia.
En Venezuela además existe el flagelo de la escasez, un fenómeno que durante los últimos meses ha sido frecuente en el país sudamericano. La aparición ocasional de productos que escasean como el champú, gel, desodorante, detergente o leche en los comercios genera largas colas de compradores. Los comerciantes permiten solo comprar un número limitado de productos por persona para evitar vaciar sus estanterias.
El Consejo Nacional de Comercio y los Servicios (Consecomercio) de Venezuela, principal asociación de comerciantes del país, reportó en septiembre pasado una caída de ventas durante cinco trimestres consecutivos tras no tener la reposición de inventarios de forma oportuna debido al retraso en la liquidación de divisas para importar.
En Venezuela rige un control de cambio que deja en manos del estado el monopolio en la administración de la compraventa de dólares en el país, que son entregados a tres precios distintos (6,3, 12 y 50 bolívares por dólar). En el mercado paralelo un dólar se vende actualmente a más de cien bolívares, un cambio en base al que muchos comerciantes fijan el precio de sus productos.
Inditex recibió el pasado junio dólares por parte del Gobierno a 12 bolívares, por lo que éste le ha obligado ahora a no vender sus productos demasiado caros y siempre a un precio que no supere el tope de ganancia del 30 por ciento, como al resto de comercios.
Es por ello que sus precios actuales resultan especialmente atractivos y provocan largas colas frente a los establecimientos de la multinacional.
George Arenas, un estudiante universitario de 21 años, tardó 11 horas en entrar a una tienda de ropa de la conocida multinacional española y solo pudo comprar cinco artículos, lo máximo permitido.
“Lo más barato es un pantalón en 1.500 bolívares (cerca de 15 dólares al cambio paralelo), los más caros son 3.000 (30 dólares a ese mismo cambio). Me parece barato porque en las calles están más caros”, expresó. Un niño duerme en el piso del centro comercial, ocultado entre una multitud que exige a un empleado de una tienda de zapatos que cumpla con el orden de una lista de personas que tiene en sus manos.
“No he hecho compras, porque hay que anotarse primero en una lista (…), hay que venir a las cinco de la mañana a anotarse en una lista y después es que tienes acceso a la tienda”, explicó a Efe Ivan Bellome, un comerciante de 40 años. Las franquicias de Inditex en Venezuela son los que aglomeran a la mayoría de los consumidores en ese centro comercial.
Carmen, una comerciante de 38 años, pensaba que conseguiría “rebajas” en los precios, pero, según dijo, se “estrelló” (equivocó). “He ido a dos tiendas y me llamó la atención porque si hay cola hay rebaja, pero me estrellé, no era lo que yo pensaba”, comentó, reseñó Noticias 24.