Ante la escasez crónica del país, Maduro anuncia que Pekín invertirá casi 17.000 millones de euros. Aunque era solo una reunión de ministros de Exteriores, y no una cumbre de jefes de Estado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no quiso perderse en Pekín el primer encuentro entre China y los 33 países de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y Caribeños (CELAC).
Dicho foro, fundado en Venezuela en diciembre de 2011, incluye a todas las naciones de este continente menos Estados Unidos y Canadá. Dos sonadas excepciones que le vienen de perlas a China para socavar el poder de Washington en el que habitualmente ha sido su «patio trasero», dándole así oxígeno a sus principales antagonistas en la región.
Por tal motivo, tan notoria como la ausencia estadounidense fue la presencia de Maduro y de otro destacado «enemigo» de la Casa Blanca, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en este primer cónclave, que fue inaugurado por el presidente de China, Xi Jinping, y dura hasta hoy viernes.
Hambriento de recursos naturales para alimentar su crecimiento económico, como petróleo, gas, madera, minerales y soja, el gigante asiático se ha erigido en un rentable mercado para los países enfrentados con EE.UU., como Venezuela. Como su principal inversor y segundo mayor comprador del petróleo venezolano, China le permite al presidente Maduro mitigar las cada vez mayores precariedades que sufre el país.
Partidas sin aclarar
Una semana después de reconocer que Venezuela había entrado en recesión, el discípulo del difunto Hugo Chávez se congratuló en anunciar una inversión china de 20.000 millones de dólares (16.940 millones de euros), según informó la agencia oficial AVN. Pero Maduro no especificó si dicha cantidad incluía nuevos préstamos o si se había dedicado a sumar inversiones anteriores.
Con su Producto Interior Bruto (PIB) dependiendo en un 60 por ciento de su petróleo, Venezuela se enfrenta a su drástica caída de precios mientras intenta salvar su agonizante economía. Al tiempo que sufre una inflación del 60 por ciento y una escasez crónica de productos básicos, desde las patatas fritas del McDonald’s hasta papel higiénico, sus ingresos nacionales han perdido el salvavidas del crudo, que cuesta ahora la mitad que en verano.
Pero China, deseosa de granjearse el apoyo de los países contarios a EE.UU. en la región, sigue mostrándole su apoyo con la «diplomacia del yuan».
Créditos por petróleo
Además de ser su séptimo proveedor de petróleo, que copa buena parte de los 20.000 millones de dólares (16.940 millones de euros) que alcanzaron sus relaciones comerciales en 2012, Venezuela se beneficia de otros 50.000 millones de dólares (42.300 millones de euros) en créditos. Según informa la agencia estatal china Xinhua citando expertos venezolanos, dicha financiación sirve para sacar adelante 256 proyectos.
Con ese dinero, el presidente Xi Jinping, que se reunió el miércoles con Maduro, espera que Venezuela avance en sectores como la minería, la energía y la industria. Frente a los constantes temores de bancarrota que azuzan algunos expertos, Maduro aseguró que «Venezuela está poniendo en marcha planes de recuperación económica que ampliarán su financiación internacional y aumentarán las inversiones en la producción doméstica», informó Xinhua.
Mejorando sus fluidas relaciones diplomáticas, que datan de la época de Chávez, China y Venezuela suscribieron una alianza estratégica el pasado mes de julio, coincidiendo con la visita de Xi a Caracas. De los 42.000 millones de dólares (35.600 millones de euros) prestados a largo plazo por China, Venezuela asegura que ya ha pagado más de la mitad, fundamentalmente en petróleo. Para terminar de pagar su deuda, el Gobierno de Maduro quiere que Pekín aumente sus compras de crudo de los 640.000 barriles diarios de ahora al millón que proyecta para los próximos años por su frenético consumo para alimentar la «fábrica global».
Préstamo a Ecuador
Pero la voracidad del coloso oriental, tanto energética como política, no se queda ahí. Además de cortejar a Maduro, el régimen chino agasajó al presidente de Ecuador, Rafael Correa, que se lleva de Pekín otro crédito de 7.500 millones de dólares (6.300 millones de euros). Insuflándole un poco de aire también a la economía ecuatoriana, se trata de uno de los acuerdos más importantes alcanzados durante el encuentro de Pekín.
Estrechando sus relaciones con los países latinoamericanos y caribeños, el autoritario régimen chino se ha marcado como objetivo potenciar el comercio hasta los 500.000 millones de dólares (423.000 millones de euros) en los próximos diez años, así como la inversión directa hasta llegar a los 250.000 millones de dólares (211.000 millones de euros).
En poco más de una década, los intercambios entre China y Latinoamérica se han multiplicado por veinte: de los 9.350 millones de euros registrados en 2000 a los 194.000 millones de 2013. Tras Estados Unidos, China es ya el segundo socio comercial de Latinoamérica y su tercer mayor inversor. A finales de 2013, la inversión directa de China en la región ascendía a 61.875 millones de euros, un 13 por ciento del dinero que sus empresas tenían repartido por todo el mundo.