Este hombre no tiene remedio. Mucho menos vergüenza. Desde que sacó al aire su programa de radio La hora de la salsa, el presidente Nicolás Maduro no hace más que bailar, reír y mostrar cómo goza de la vida.
El problema no es disfrute su vida (finalmente es una sola y hay que pasarla lo mejor que se puede cuando se tiene). El problema es que, mientras él está meneándose y pasándola sabroso, hay venezolanos muriendo por falta de comida y medicinas. Hay venezolanos sufriendo porque no consiguen lo básico para vivir. Hay venezolanos llorando a familiares muertos por causa de la violencia. Hay venezolanos viendo cómo se hunde el país.
Cada programa es una bofetada para la gente, un golpe al estómago y una muestra de la más descarada indolencia ante la devastadora crisis que consume al país.
Valga esta suerte de editorial para presentarles al bailarín más perverso de la historia de Venezuela:
Redacción Maduradas
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