Hugo Chávez se fue de este mundo en marzo de 2013, según lo ha contado la historia oficial, pero antes de hacerlo, se llevó la vida de un montón de gente inocente sin que le temblara el pulso.
Una de esas vidas fue la de Franklin Brito, productor agropecuario que durante 6 largos años, entre 2004 y 2010, llevó a cabo innumerables huelgas de hambre para tratar de recuperar unas tierras que le fueron arrebatadas de forma ilegal por la mal llamada revolución.
Franklin Brito inició por primera vez una huelga de hambre, en el año 2004, en la Plaza Miranda de Caracas en protesta por el despido “injustificado” de él y de su esposa del Ministerio de Educación y por la expropiación de un terreno de su propiedad en el estado Bolívar.
Frente a tantas injusticias y al ver que las instituciones públicas venezolanas no daban respuesta a sus demandas, el productor agropecuario tomó la decisión de mutilarse un dedo meñique. Eso lo hizo el 11 de noviembre de 2005 frente a las cámaras de televisión. El 2 de julio de 2009, Brito inició una huelga de hambre en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Caracas, la cual se extendió por 154 días en virtud de que el INTI no terminaba se resolver la situación de sus tierras.
El 1 de marzo de 2010, Franklin decidió radicalizar su huelga de hambre. El 5 de mayo de ese mismo año, Brito cumplió 143 días recluido en el Hospital Militar y a partir de ese momento, se negó a recibir alimentos. Yo visité a Franklin Brito en su habitación en el hospital militar. Y allí me juró que no se rendiría. El 12 de agosto de 2010, Brito se mantenía firme: sólo tomaba agua. El 17 de agosto de 2010 el peso de Brito era de 38 kilos y su masa corporal no alcanzaba el 10%. El 30 de agosto de 2010, Franklin Brito falleció en el Hospital Militar de Caracas.
Hugo Chávez nunca habló de Franklin Brito. Fue tan cobarde, que ni siquiera fue capaz de dar el pésame a sus familiares. Chávez pudo haber evitado la muerte de Brito, pero no lo hizo, porque su arrogancia y su prepotencia le impedían tener un gesto de humildad para reconocer que a Brito se le habían violentado todos sus derechos. Siempre creí, y hoy día lo sigo creyendo, que Chávez prefirió que Brito se muriera, porque de esa forma nadie más se atrevería a hacer huelgas de hambre para desafiar a la revolución. El mensaje era claro: el que haga huelga se va a morir antes que el gobierno de su brazo a torcer.
Leopoldo López y Daniel Ceballos han iniciado, junto a otros presos políticos, una huelga de hambre que, al momento de escribir estas líneas, ya ha superado los 15 días. Familiares y abogados de Ceballos, han informado que el ex alcalde de San Cristóbal ya empieza a tener problemas con sus músculos y que al parecer, ya siente dolores en un riñón. En el caso de Leopoldo, la situación no debe ser muy diferente. Su cuerpo ya debe estar padeciendo los rigores de la deshidratación y la inanición. Lo mismo debe estar pasando con el resto de los huelguistas.
Y mientras los huelguistas se deterioran y entran en la etapa crítica, el gobierno de Nicolás Maduro hace mutis, y el defensor del Pueblo, Tareck William Saab, pretende engañar a los venezolanos y a la opinión pública internacional, haciéndose pasar como un funcionario independiente, cuando todos sabemos que recibe órdenes estrictas de Miraflores, y que lo único que ha hecho hasta ahora es utilizar el tiempo para tratar de descalificar la huelga de hambre diciendo que los presos están consumiendo líquido y barras de chocolate.
La pregunta que me estoy haciendo, desde que Leopoldo y Daniel iniciaron sus respectivas huelgas de hambre es una sola: ¿Estará dispuesto Nicolás Maduro a dejar morir a Leopoldo López y a Daniel Ceballos tal cual como Hugo Chávez dejó morir a Franklin Brito?.
Como venezolano y como ex preso político, valoro muchísimo el valiente gesto de Leopoldo López, Daniel Ceballos y todos los huelguistas. Tanto Leopoldo como Daniel no tienen que demostrarle a Venezuela y al mundo su arrojo, su desprendimiento, su sacrificio y su valentía. Los venezolanos, incluyendo a los que todavía creen en ese arroz con tamarindo que llaman revolución, reconocen, aunque sea en voz baja, el coraje de estos dos dirigentes, quienes prefirieron entregarse a la parcializada justicia revolucionaria antes que irse del país.
No soy quien para pedir a Leopoldo y a Daniel que levanten su huelga de hambre. Pero una cosa si tengo muy clara: Venezuela necesita que Leopoldo y Daniel sigan vivos. De nada nos sirve tenerlos muertos. Aquí al único que le conviene que Leopoldo y Daniel se mueran es a Nicolás Maduro. A nadie más.
A la revolución le hacen falta los mártires. Por esa razón Maduro ha montado esa novela de cuarta categoría con el crimen de Robert Serra. Chávez también montó su novela con Danilo Anderson. Fidel montó su novela con el Che Guevara.
Pero quienes estamos del lado de la democracia no andamos buscando mártires. Si los estuviéramos buscando tendríamos para escoger: 250 mil venezolanos han muerto a manos del hampa entre 1999 y 2015 desde que se instauró la revolución. Eso sin contar a los 46 muertos que dejaron las protestas de calle que comenzaron en el país en febrero de 2014, entre los cuales hubo muchos estudiantes universitarios.
Leopoldo y Daniel deben entender que su lucha ya ha empezado a dar frutos. No tienen que ofrendar sus vidas para que Venezuela despierte, porque aunque no lo parezca, Venezuela ya está despertando. Nadie podrá recriminarles nada si detienen la huelga de hambre. Existe todo un país que los quiere y los admira. Leopoldo y Daniel: las horas de Maduro están contadas. Ustedes deben vivir para que puedan ver el final de esta historia.