Rubén Castillo, venezolano de 51 años de edad, es uno más de los que se vio obligado a abandonar su suelo natal, su casa y su familia por la grave crisis económica que enfrenta Venezuela.
Al diario El Tiempo de Colombia le ha contado cómo ha sido su duro periplo: partió de su natal Yaracuy con dirección San Antonio del Táchira gracias a que un hermano de crianza le facilitó un dinero que no tenía para que comprara un un pasaje.
Cuando aterrizó en la entidad andina se dio cuenta de que en su cuenta bancaria solo contaba con 40 bolívares soberanos (4.000.000 BsF), de modo que de nada valía comprar pesos, porque serían alrededor de dos mil.
Fue así como decidió caminar desde la frontera venezolana, atravesó Cúcuta, y les decía a todo el que le preguntaba: “tengo que seguir caminando, ya que no sé cuándo voy a llegar. Pero lo cierto es que tengo que llegar”.
En el camino conoció a “un ángel”, una persona que le dio un poco de comida y 5 mil pesos para transporte. Aún así, quiso guardarlos para enviarlos a Venezuela en cuanto pudiera: “Los voy a guardar para mandárselo a mis hijos”, dijo, con lagrimas en los ojos.
Precisó además lo difícil que fue atravesar el páramo de Berlin, donde alrededor de 20 o 30 venezolanos han fallecido por el frío inclemente de la cordillera:
“Ya tenía ampollas de sangre en los pies -señaló Castillo entre suspiros- lo que hacia era pensar en mis hijos ¿Qué estarán haciendo? ¿Qué pensará mi madre?”.
Castillo fue atendido en un hogar en el paso de Ipiales en el departamento de Nariño, a pocos metros de la frontera con Ecuador.
Actualmente está de manera ilegal en Colombia, aspirando continuar su travesía rumbo a Perú:
“Nosotros firmamos con el gobierno un colombiano un compromiso de no regresar (…) son más que las personas nos han tratado bien que los que nos maltratan”, acotó.
Redacción Maduradas con información de El Tiempo
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