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Descargas eléctricas, asfixia mecánica y golpes con barras metálicas: el diario inédito de Ronald Ojeda y las torturas que sufrió en Venezuela

El cuerpo del ex teniente Ronald Ojeda fue localizado dentro de una maleta enterrada a más de un metro de profundidad y bajo una estructura de cemento en la comuna de Maipú, en Chile, nueve días después de ser secuestrado en su residencia en ese país, tras su muerte se han dado a conocer detalles sobre quien en vida fue preso político del régimen de Nicolás Maduro y tuvo que huir en busca de seguridad.

Archivo

El hermano del ex militar venezolano, Javier Ojeda, ha pedido a las autoridades chilenas que permitan a la familia hacer el reconocimiento del cuerpo.

Fue el mismo hermano quien también reveló que luego de que Ronald Ojeda escapara de Venezuela, tras ser acusado de traición al régimen de Maduro, comenzó a escribir sus vivencias, por lo que dejó 185 páginas autobiográficas que no alcanzó a publicar, pero que le dejó a su pariente.

“No alcanzó a publicarlo, pero él sabía que el régimen lo estaba cazando. Por eso me lo dio”, explicó Javier Ojeda.

Parte del diario de Ronald Ojeda relata cómo fue su primer secuestro, ocurrido el 25 de marzo de 2017, cuando estaba casado y esperaba a un hijo. Estaba de guardia en su puesto de mando en el estado de Apure, cerca de una planta de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

“Es una zona de vital importancia para grupos insurgentes, radicales, liderados por la FARC y el ELN, ligados al narcotráfico, secuestro, extorsión y contrabando”, relató Ojeda.

El ex militar debía viajar a Caracas porque lo habían citado para una reunión, se dirigió a la oficina de su superior, el general de brigada Ovidio Delgado Ramírez, quien lo felicitó por su trabajo y lo calificó de ejemplar, luego le hizo varias preguntas y le dio un sobre con dinero.

“Desconocía por completo que a ese nivel se entregaran ‘premios’ de esta índole con tal ligereza e informalidad. ‘Toma Ojeda, para que compartas con tu familia y por el futuro niño. Hiciste un buen trabajo’”, manifestó en el escrito.

Luego de esto, se retiró a su habitación para preparar el viaje, cuando un sargento le pidió abandonar la unidad en 10 minutos, tomó sus pertenencias y subió a su vehículo, pero otro carro se le cruzó en el camino, en el que estaba a bordo uno de sus compañeros que poco antes lo había felicitado.

“Era el coronel segundo comandante de la brigada Marco Tulio Álvarez Reyes, alias Machetico. Muy apresurado se baja, abre la puerta de mi vehículo y me apunta a la cabeza con su arma de reglamento. ‘Teniente, maldito traidor’”, escribió sobre lo que le dijo su entonces compañero.

De allí, fue llevado a un aeropuerto abandonado donde habían militares vestidos de negro, sin identificación, que portaban el logo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim).

Según el relato del diario, el general Delgado fue quien le puso las esposas y le explicó las razones de su detención.

“(Lo hizo) para entregarme al órgano de inteligencia de la tiranía; por un presunto golpe militar fallido contra el tirano Nicolás Maduro y sus acólitos. Me dice: ‘eres un traidor, ¿estás conspirando?’. Si era verdad, no podía darle razones y, si era mentira, no podía darle elementos para crear supuestos. Así que mi ‘no’ fue muy sincero: ‘nada que ver mi general’”, detalló Ojeda.

Luego, lo subieron a un avión, lo interrogaron por el dinero que llevaba consigo, el mismo que le habían obsequiado poco antes.

Lo que siguió fueron las torturas, lo primero fue una patada en la cabeza, después abrían la puerta del avión, amenazando con lanzarlo, le rociaron gas pimienta en el rostro y lo asfixiaron con una cuerda amarrada a su cuello, mientras que seguían interrogándolo.

Ojeda pensó que la forma en la que formulaban las preguntas demostraba la falta de información de sus captores: “¿Qué sabes?; dinos todo y se acaba esto, si nos colaboras, nosotros podemos ayudarte”, le preguntaban; a lo que él respondía: “No sé nada”. Aunque no se detenían y seguían forzando alguna respuesta de su parte: “Ahora con descargas eléctricas para ver si con eso lograban alguna respuesta. Sesiones interminables donde ataban los cables a los extremos de mis orejas, en los dedos meñiques de las manos, en los tobillos. Rociaban la capucha negra con agua, para evitar que entrara oxígeno”.

Cuando el avión aterrizó en Caracas, Ojeda esperó que las cosas empeoraran para él.

Ojeda terminó en una celda de la Dgcim, estaba sucia y completamente oscura, le arrojaban la comida en el piso, sin platos, le daban una arepa con lentejas, con frecuencia era sometido a sesiones de torturas e interrogatorios, en ese lugar también escuchaba cómo torturaban a otros acusados.

“Las descargas eléctricas se convierten en una práctica rutinaria al momento de hacerte hablar. Comienzan con leves sesiones, que aumentarán progresivamente dependiendo el grado de información que le suministres. (…) La asfixia mecánica y golpes con barras metálicas envueltas en esponja es para demostrarte que la ley allí no existe. Los cuartos oscuros y celdas aisladas tienen como fin dominar tu mente, llevarte al conflicto interno para asumir la autoculpa, el autoseñalarte como victimario; decirle al sistema que aceptas lo impuesto como flagelo por el pecado cometido”, describió en su diario.

El escrito también narra que era colgado de una pared durante horas y le sumergían la cabeza en baldes con agua, la intención siempre era obligarlo a dar algún testimonio que ellos querían que repitiera.

Ante la falta de aseo, Ojeda desarrolló picazón y sarna, para ese momento su esposa dio a luz y lo buscó, pero solo le informaban: “Él ha sido detenido por estar involucrado en actividades de corrupción, cuando fue detenido se le incautó un maletín lleno de dinero”.

Hasta el final sostuvo su inocencia, también estaba convencido de que no tenían pruebas en su contra. En una oportunidad lo llamaron, junto a otros 18 oficiales que estaban en su misma condición, les pidieron firmar una declaración en la que aseguraban que fueron interrogados bajo su voluntad y que no recibieron tratos crueles.

En el diario, Ojeda contó cómo fue su escape de Venezuela, estando en libertad recabó información de sus captores de la Dgcim, estuvo obsesionado con esa experiencia y con la situación de su país hasta que lo sacaron a la fuerza de su departamento en Chile.

La frase con la que Ronald Ojeda introduce su relato es la siguiente: “La Libertad nació sin apellidos. Nació libre como el viento, con nombre de mujer y pare hijos con sangre de libertad. Hoy vinieron por mí; mañana irán por ti. Todos somos culpables, hasta que se demuestre lo contrario”.

Redacción Maduradas con información de La Tercera.

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