Leí con interés la carta del exministro Giordani, en la que hace una crítica severa a Maduro y su política económica. Mi primera impresión es que el objetivo central de esa misiva era indicar que la crisis se debe a que Maduro lo ninguneó y dejó de tomar en cuenta sus consejos de economía socialista, relajando el legado de Chávez. En criterio de Giordani, parece que la economía caminaba sobre rines de Ferrari cuando él era el zar económico del país y mandaba a meter presos a los corredores y operadores cambiarios que le molestaban ideológicamente y a quienes responsabilizó de los desequilibrios que podía enfrentar su modelo de control.
No hay, en ninguna parte de esa carta, un reconocimiento, implícito o explícito, de algún error personal que el exministro haya podido cometer y que tenga que ver con lo que estamos viviendo. En pocas palabras, el Dr. Giordani se ve a sí mismo como el portador monopólico de la verdad y el bien.
Uno imaginaría entonces que durante el larguísimo período de Chávez, en el que el exministro participó activamente, sus consejos y decisiones permitieron el desarrollo económico del país, la inflación fue controlada, el tipo de cambio era estable y se rescató la confianza en nuestra economía, fortaleciéndose la moneda y estimulando el crecimiento.
Deberíamos suponer que en el gobierno de Chávez teníamos un país económicamente maravilloso, envidia podrida de las selecciones de Holanda y Alemania, pero la embarraron porque no confiaron en él. ¡Caramba!, es que según el exministro conocimos la crisis económica después de que Chávez se murió y él cayó en desgracia.
Tengo una pequeña diferencia con el profesor Giordani: él cree que la causa de la crisis es que no le pararon bola y yo en cambio creo que la crisis se debe a que le pararon demasiada. Y no me refiero sólo a Chávez, sino al mismísimo Maduro, que sin confiar en él (cosa que lucía obvia), no tomó la decisión de deslindarse desde el primer día y concretar cambios económicos fundamentales que eran, y siguen siendo todavía hoy, indispensables para salir de este atolladero.
Pongámoslo de esta manera, profesor Giordani. Su propuesta de control cambiario, que más bien podríamos llamar corralito primitivo; la sobrevaluación extrema que usted creó, y que convirtió al dólar oficial en el bien más barato de nuestra economía, hiperestimulando la demanda de divisas e importaciones y destruyendo la capacidad productiva local; la brecha gigante entre el dólar oficial y el dólar libre, consecuencia natural de su sistema cambiario cerrado, discrecional y distorsionado, que es el incentivo natural a la ineficiencia y a la corrupción; y el desplazamiento de las empresas privadas por empresas públicas e importaciones oficiales improductivas y susceptibles a corrupción, que usted promovió (pese a ser un hombre genuinamente honesto), son los padres legítimos de la crisis que hoy vivimos y que usted olvida mencionar en su comunicación. No pretendo decir que usted es padre soltero. Podríamos convenir que en esa gestación hay mucha gente involucrada, lo que es inaceptable es que usted niegue su parte de la paternidad. Pero, bueno, quizás por aquello de que a usted le llaman el monje, le resulte difícil reconocer algunos de sus hijos regados: la inflación más alta del mundo y la peor escasez que recordamos en la historia del país sin guerra. Es más fácil escribir una carta dolida de salida para culpar a un tercero (que también es corresponsable en este merequetén) que hacer un Mea Culpa. Total, su nota es una espectacular muestra de lo que significa el «locus externo de control», es decir, el venezolanísimo: yo no fui… fue Teté.
Por: Luis Vicente León / ElUniversal.com