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¡Entérate! Así contruyó la FARC su imperio de terror y drogas

La decisión que tomaron los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de sentarse a negociar su rendición con el gobierno de Juan Manuel Santos a fines de 2012 fue la confirmación de que la guerrilla está diezmada.

Mientras se reanudan en La Habana los diálogos para discutir el tercer punto de la agenda, los cultivos ilegales y el narcotráfico, en Colombia las FARC deben asimilar los golpes que les asestan los militares, que se suman a laspermanentes deserciones de sus combatientes. Si bien no perdieron poder de fuego, ya que todas las semanas se conocen sus ataques y atentados, su impacto está muy lejos del que llegaron a tener.

Fuerza Armada Revolucionaria de Colombia - FARC

Hace poco más de diez años, cuando concluían los fallidos acuerdos de paz llevados adelante durante la presidencia de Andrés Pastrana, este grupo guerrillero nacido en 1964 estaba en su apogeo militar y económico, y era como un Estado dentro del Estado. Contaba con más de 20.000 militantes, controlaba entre 400 y 500 municipios, manejaba el narcotráfico a su antojo y había convertido a Colombia en el país con mayor tasa de secuestros en el mundo.

La consolidación de un imperio

Desde los años ’60 empezaron a actuar en Colombia decenas de organizaciones guerrilleras. Para entender por qué fueron las FARC las que consiguieron acumular tanto poder hay que tener en cuenta dos cosas: su ideología y su inserción territorial.

«Las FARC tuvieron una persistencia ideológica importante, con mucho énfasis en temas agrarios que aún hoy no se han solucionado a pesar de los avances. Eso les permitió tener una base social que no se puede desconocer. El otro elemento es que tenían una presencia muy fuerte a nivel rural, especialmente en zonas de producción de cocaína«, explica Hugo Acero Velásquez, ex secretario de seguridad de Bogotá, en diálogo con Infoabe.

Además, su convencimiento absoluto de encarnar una vanguardia iluminada destinada a realizar fines superiores hizo que, a diferencia de otros grupos, nunca tuvieran problemas en ejercer violencia contra las poblaciones que supuestamente pretendían representar.

«No tuvieron escrúpulos ni limites para destruir municipios completos con tal de mostrar su poder de fuego. Esta facilidad para ejercer violencia contra cualquier sector de la sociedad les permitió fortalecerse económicamente a través del secuestro y del narcotráfico», cuenta a Infobae el filósofo y politólogo colombiano Eduardo Salcedo-Albarán, especialista en crimen organizado y director de la fundación VORTEX, usina de políticas públicas.

Gracias a los ingresos por la venta de drogas pudieron acceder a un financiamiento con el que ni siquiera soñaron otras guerrillas importantes, como el M-19, el Ejército Popular de Liberación, la Corriente de Renovación Socialista o el propio Ejército de Liberación Nacional (ELN), que aún hoy sigue plenamente operativa.

Para ello fue fundamental el proceso de desaparición y atomización de los viejos carteles de la droga que habían controlado el negocio en los ’80. Con un mercado descentralizado y desorganizado, que se desarrollaba precisamente en las zonas en las que tenían mayor presencia, las FARC pudieron apropiarse de la actividad.

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«A fines de los ’90 las FARC crecieron mucho gracias a los recursos del narcotráfico. Empezaron cuidando cultivos y cobrando impuestos a quienes producían cocaína, pero terminaron involucrándose en todo el negocio y entraron en las redes de distribución internacional«, dice Acero.

«Esto les dio mucho poder y gasolina para fortalecer el carro de la guerra. En esos años dieron golpes muy fuertes contra el Estado, controlaron muchos territorios y su crecimiento fue importante», agrega.

Este período de auge coincidió con los diálogos de paz que mantuvieron con el gobierno de Pastrana, que se extendieron entre 1998 y 2002, y que utilizaron exclusivamente como una estrategia para fortalecerse militar y políticamente.

En el marco de esas negociaciones, las FARC consiguieron que se les otorgue una «zona de distensión» en la región del Caguán, de la que se retiraron las fuerzas estatales. Así quedó a merced de la guerrilla una superficie de42.000 kilómetros cuadrados -equivalente a 25 veces la región metropolitana de Bogotá- distribuida entre los departamentos del Meta y del Caquetá.

«Entonces pudieron desarrollar secuestros masivos, que fue la práctica que más impacto perverso tuvo sobre la sociedad colombiana. Un caso extremo fue el secuestro de casi todos los concejales del municipio de Neiva, en el departamento de Huila, tras cercar varias cuadras del edificio legislativo municipal. Los retuvieron durante casi diez años, y terminaron asesinándolos», cuenta Salcedo-Albarán.

Al tener un territorio tan vasto a su disposición, la guerrilla sólo tenía que preocuparse por la captura. Una vez que trasladaba a sus prisioneros hasta la zona de distensión, ya no había nada que hacer.

Gracias a estas facilidades las FARC obtuvieron enormes ingresos por el cobro de rescates y fueron las principales responsables de que, con 3.572 secuestros oficialmente registrados en el 2000, Colombia se convirtiera en el país con más casos en todo el mundo.

El comienzo de la caída

Si bien las negociaciones que mantuvieron con el gobierno de Pastrana marcaron el apogeo de las FARC, también fueron la antesala de su declive.

Hasta fines de los 90, la guerrilla tenía cierto margen de aceptación en el mundo. Había representantes «diplomáticos» suyos en distintos países y se le reconocía su control sobre parte del territorio colombiano.

«Durante el proceso de diálogo -dice Acero- el conflicto ganó mucha visibilidad nacional e internacional. Como las FARC seguían secuestrando gente y haciendo actos terroristas mientras mantenían las discusiones por la paz,perdieron mucha credibilidad en el mundo».

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Cuando el diálogo se rompió, los delegados internacionales de la guerrilla tuvieron que irse de los países en los que se encontraban, y sus cabecillas empezaron a aparecer en las circulares rojas de Interpol.

«Otro elemento del Gobierno de Pastrana -continúa Acero- fue que comenzó un trabajo de cooperación importante con Estados Unidos para combatir el narcotráfico, a través del Plan Colombia. Ingresaron al país más de 7.000 millones de dólares en recursos para el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y la Policía, en movilidad, inteligencia y ataque».

Así comenzó un proceso de profesionalización de las instituciones de seguridad y defensa, que fue clave para lastimar a las FARC una vez que se dieron por terminadas las negociaciones en 2002.

«Cuando llegó al poder, Álvaro Uribe se encontró con fuerzas tremendamente mejoradas, lo que le permitió dar golpes muy fuertes a la guerrilla, que debió replegarse. A partir de 2005 fue perdiendo los territorios que había ganado, y sus cabecillas empezaron a ser abatidos, algo que no había sucedido antes», dice Acero.

«Las FARC no funcionan con un jefe único -explica Salcedo-Albarán-, sino con una comandancia colegiada. En los últimos años, sus miembros han tenido que ser modificados de manera continua porque las Fuerzas Armadas han logrado darlos de baja constantemente. El primero y más importante que abatieron por medio de un ataque certero fue Tomás Medina Caracas, alias «Negro Acacio», que era el principal encargado del narcotráfico».

Luego sufrieron la muerte de su histórico líder, Pedro Antonio Marín, conocido como «Manuel Marulanda Vélez» o «Tirofijo». Falleció en 2008, presumiblemente de causas naturales.

Pero después, entre 2008 y 2012, cayeron por acción de las Fuerzas Armadas otros miembros de la comandancia, como Luis Edgar Devia Silva, alias «Raúl Reyes»; Víctor Julio Suárez Rojas, alias «Mono Jojoy»; y Guillermo León Sáenz Vargas, alias «Alfonso Cano».

 

También fue determinante en su retroceso el papel de los temibles grupos paramilitares, formados por hacendados y empresarios para combatir a la guerrilla ante la ineficacia estatal. Agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia(AUC), actuaron con altísimos niveles de violencia contra las FARC.

«Desde el 2002 -dice Salcedo-Albarán- las Autodefensas se fortalecieron y lograron replegar a las FARC de varias regiones del país, sobre todo en las zonas del Caribe Colombiano y en los llanos orientales. Aún hoy no tenemos un número oficial de la cantidad de muertos en masacres y enfrentamientos entre estos grupos y las FARC».

Las AUC eran también un grave problema para el Estado, porque terminaron convirtiéndose en grupos criminales dedicados al narcotráfico. Pero en 2005 la preparación del ejército colombiano era muy superior a la de diez años antes, y lograron poner un freno a su actividad con relativo éxito.

Por su parte, las FARC terminaron cada vez más arrinconadas en territorios selváticos del sur del país, donde debieron esconderse para centrarse ya casi exclusivamente en la producción de cocaína.

«El narcotráfico les ha permitido continuar con sus acciones militares, pero ya no son tan generalizadas. Los secuestros se volvieron escasos (en 2013 se registraron poco más de 200 en el país) y perdieron capacidad para realizar acciones terroristas en centros urbanos. Sus principales operaciones consisten en enfrentamientos acotados con militares y ataques a poblaciones rurales«, explica Salcedo-Albarán.

«De 20.000 hombres que tenían se quedaron con 8.000, y de dominar entre 400 y 500 municipios pasaron a tener presencia en sólo unos pocos. Quedaron completamente diezmadas», concluye Acero, así lo reseñó infobae.com

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