En el último trimestre del año, la República debe cancelar entre Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y el Ministerio de Finanzas US$6.323 millones por vencimientos de deuda externa. Sobre el tema el presidente Nicolás Maduro aseguró la semana pasada que los recursos para cancelar estos compromisos ya están apartados y que el país continuará pagando a tiempo en el mercado internacional. Sin embargo en la última semana han surgido ciertos temores por parte de los inversionistas de que el Gobierno no pueda cumplir sus compromisos de pago de los bonos pautados.
De tal manera hemos querido escribir el siguiente artículo para aclarar ciertas dudas sobre un escenario de incumplimiento de pago y sus posibles implicaciones. Podemos adelantar que no consideramos probable que se dé esta situación, aun cuando esto implique que se retrasara pagar a las empresas del sector privado. Haremos especial hincapié en los costos que supondría que Venezuela caiga en default, y la importancia de que el Gobierno siga honrando sus compromisos.
¿No quiero o no puedo pagar la deuda? El default se puede definir como la suspensión de pagos por parte de un ente que había adquirido una obligación con un acreedor. Tanto los acreedores como los deudores pueden ser países o empresas, y la posibilidad de caer en un incumplimiento de pago depende de muchos factores.
Es importante que se haga una diferencia entre disponibilidad de pago y capacidad de pago. La disponibilidad de pago no depende tanto de los recursos que posean el Estado o la empresa, sino de la voluntad que tengan de pagar. Por otro lado, la capacidad de pago está directamente relacionada con la “riqueza de un país” (recursos disponibles para pagar), por lo que a menores recursos mayor es la probabilidad de hacer default.
Cabe destacar que la voluntad de pago del Gobierno actual y pasado ha mostrado un comportamiento favorable, incluso en períodos más duros, como en el del paro petrolero de 2003.
Empresa versus un país. Cuando hablamos sobre la deuda de una empresa, sabemos que hay un contrato entre las partes: deudor y acreedor. Así, cuando se produce un incumplimiento por cualquiera de las partes, existen instancias a las cuales se puede recurrir para hacer cumplir el contrato y respetar los derechos legales del acreedor. Además, se establecen mecanismos para recuperar total o parcialmente los recursos invertidos en caso de quiebra de la empresa (colaterales, garantías, entre otros).
Cuando se trata de países, también existen contratos en los que se establecen las posibles contingencias que podrían ocurrir y las instituciones a las cuales recurrir en caso de algún “evento”. El problema es que no existe una instancia que haga cumplir a cabalidad los contratos; un problema que se presenta es la imposibilidad de embargar o liquidar los activos de un país.
Esto quiere decir que los acreedores de deuda soberana están expuestos a mayor riesgo que los acreedores locales o nacionales. El consenso al que se ha llegado en la literatura económica es que el mecanismo que hace posible la existencia del mercado de deuda es el “alto costo” que representa para el país deudor un incumplimiento de pago de deuda soberana.
Como recién dijimos, existe un amplio consenso en la literatura económica que indica que los costos asociados a un evento de default disuaden a los deudores a caer en una situación de ese tipo. Lo paradójico es que no hay un consenso sobre cuáles son esos costos.
Las recientes investigaciones económicas han estudiado las implicaciones de un default soberano. He aquí las más importantes:
Implicaciones del default en el crecimiento económico. Existe una relación negativa entre un evento de incumplimiento de pago y el crecimiento económico, es decir, el hecho de que el Estado no haga frente al servicio de la deuda se asocia con crecimientos negativos del producto interno bruto (PIB). En este sentido, asumir posturas definitivas en torno a esta analogía es complicado; ya que esta relación puede ser espuria; en otras palabras, una recesión económica no necesariamente se produce a raíz de un incumplimiento de pago, sino que depende de muchos otros factores que también podrían motivarla.
En la literatura económica varios estudios han encontrado que el default se asocia con una caída en el crecimiento. Borensztein y Panniza (2008) hallaron que un incumplimiento de pago de la deuda en países en desarrollo acarrea un costo de “decrecimiento” de un punto porcentual del PIB, y que este efecto es de corto plazo. Levy Yeyati y Panniza (2005) encontraron que las crisis económicas preceden los incumplimientos de pago y que estos eventos tienden a ocurrir en el momento más difícil de la recesión.
Default y sistema bancario: el mercado interno también sufre. En sus inicios, la literatura sobre el tema de default de deuda soberana hacía énfasis en el efecto de un evento de ese tipo sobre los acreedores externos. Sin embargo, resulta que no sólo los inversionistas extranjeros adquieren bonos soberanos, sino que también las instituciones financieras y particulares locales pueden llegar a tener gran parte de su cartera invertida en esos títulos. Estudios recientes sugieren que en Venezuela parece que ese argumento ha venido cobrando cada vez más fuerza, ya que varias empresas públicas han adquirido parte de la deuda del país y de Pdvsa, mientras que instituciones financieras privadas, empresas e individuos venezolanos han adquirido otra fracción importante de los bonos venezolanos, lo cual es una consecuencia directa de la estructura del control cambiario actual.
Lo antes mencionado cobra importancia en el caso de que el Estado se endeude a niveles muy altos y gran parte de esa deuda se coloque en bancos u otras instituciones financieras del país. Por consiguiente, si se diera el caso de que el emisor, en este caso el Estado, tome la decisión de declarar un incumplimiento de pago, el sistema financiero podría verse seriamente perjudicado y se produciría una crisis bancaria o una crisis de crédito (crisis gemelas).
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