Casi mecánicamente, el taxista venezolano Carlos Cárdenas escoge unas pocas monedas del cenicero de su vetusto Buick Century, baja la ventanilla y le paga al gasolinero seis bolívares por llenar su tanque de 80 litros. Al tipo de cambio oficial, Cárdenas acaba de gastar apenas un dólar, reseña Reuters.
Escenas como ésta, sin embargo, tendrían los días contados luego de que el gobierno socialista de Nicolás Maduro planteara recientemente incrementar, por primera vez en 18 años, el precio de la gasolina más barata del mundo.
“Ya llegó el momento de aumentar la gasolina. Hace falta”, dijo Cárdenas, de 51 años, a Reuters en una estación de servicio de una zona populosa en el oeste Caracas. “Ya está bueno de tanto subsidio”.
Pero la opinión de Cárdenas ha venido perdiendo adeptos en las últimas semanas, según recientes encuestas, poniendo cuesta arriba la decisión para el gobierno de Nicolás Maduro de vender gasolina por lo menos a su precio de costo.
En medio de una desaceleración económica, inflación mayor al 60 por ciento, caída de la recaudación tributaria y menores ingresos de la principal fuente de divisas, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), ahora más que nunca Maduro necesita los 12.500 millones de dólares anuales destinados al subsidio de los combustibles para mantener decenas de planes sociales, sostén de su popularidad.
Aunque el gobierno socialista niega que esté necesitado de efectivo, ha dicho que el precio debe “sincerarse” para, entre otras cosas, combatir el contrabando de gasolina a Colombia que le hace perder 2.200 millones de dólares cada año.
“A los venezolanos que pudieran estar preocupados, les digo: no hay apuro. La patria tiene los recursos para su desarrollo”, declaró recientemente Maduro, durante un acto con las bases del partido de gobierno. “Aquí, quién va a establecer el nuevo sistema de precios es el pueblo”.
Y aunque el aumento parecía a la vuelta de la esquina y hasta los medios reportaron que el gobierno se habría acercado a empresas de mercadeo para desarrollar una campaña a su favor, Wall Street cree que la reciente salida de Rafael Ramírez de la presidencia de PDVSA y del ministerio de Petróleo congelaría la decisión.
La medida ya empezó a ser debatida en el seno del oficialismo, pero una encuesta de Hinterlaces sostiene que en apenas unas semanas el apoyo al aumento de la gasolina se redujo 10 puntos porcentuales hasta un 45 por ciento.
Sin embargo, el mayor repudio viene de las propias filas del gobierno, donde algunos, descontentos por el camino que está tomando el país tras la muerte de Hugo Chávez, temen un estallido social parecido al “Caracazo” unos meses después de que violentas protestas antigubernamentales dejaran más de 40 fallecidos.
Grupos dentro del gobierno y sindicatos plantean la necesidad de un referéndum para que los venezolanos se pronuncien sobre el tema. Pero Maduro no lo ha confirmado, y menos aún dado una fecha tentativa.
La sombra del Caracazo
Apenas días después de haber asumido su segunda presidencia en febrero de 1989, Carlos Andrés Pérez emprendió una serie de ajustes económicos que incluyeron el aumento de la gasolina.
Inconformes, miles de venezolanos salieron a las calles de Caracas y otras ciudades del país en protestas que, pronto, devinieron en saqueos. Buscando mantener el orden, Pérez mandó al ejército a las calles, pero los enfrentamientos dejaron cientos de fallecidos. Miles, según cifras extraoficiales.
Los hechos, conocidos como el ‘Caracazo’, remecieron la presidencia de Pérez quien no llegó a terminar su mandato.
De allí en adelante, los venezolanos asociaron el alza del combustible con protestas y asumieron como un derecho adquirido gozar de la gasolina más barata del mundo.
“Mucho cuidado. Yo alerto al gobierno”, dijo Ismael Hernández, vocero de la corriente sindicalista Marea Socialista. “Acordémonos que en el 89 el aumento del precio de la gasolina fue el detonante de una revolución”.
Casi una década después del Caracazo, el presidente Rafael Caldera aumentó, por última vez, el precio de la gasolina en más de 600 por ciento en medio de una fuerte devaluación del Bolívar y la inflación más alta de su historia. A pesar de ello, no se produjeron mayores reclamos.
Muchos venezolanos recuerdan que el aumento progresivo e informado evitó las protestas.
¿Cómo y cuándo subirla?
Los venezolanos no se oponen al aumento de la gasolina per se, sino que han planteado algunas condiciones previas.
Algunos piden cerrar el chorro de crudo barato hacia sus aliados de la región a través de dadivosos acuerdos energéticos, como Petrocaribe, para vender ese petróleo en mejores condiciones y generar ingresos adicionales.
“El aumento de la gasolina, en las condiciones de contracción económica que tiene Venezuela, va a tener un efecto devastador en la economía, explosivo en la inflación”, dijo Roberto Enríquez, presidente del partido socialcristiano Copei.
Sin embargo, el efecto explosivo del que habla Enríquez sólo llegaría con un aumento descomunal -algo que el gobierno no tiene planteado- o si el alza incluye al diésel, combustible usado por la mayoría de vehículos de carga y gran parte de los de pasajeros.
“Nosotros no vamos a colocar el precio internacional pero sí un precio que sea razonable”, dijo el ex ministro de Petróleo Rafael Ramírez. Pero, ¿cuál es ese precio?
Algunos analistas sostienen que debe incrementarse hasta cubrir los costos de producción de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) a 2,7 bolívares por litro (0,4 dólares), desde los 0.097 bolívares por litro (0,016 dólares) actuales.
Otros, como el ex ministro chavista y analista económico, Víctor Álvarez, opinan que el aumento de la gasolina debe apegarse a la legislación que permite un margen de ganancia que no supere el 30 por ciento. “El precio justo no debería bajar de 4 bolívares por litro”, sostuvo.
Con los nuevos precios, el litro de gasolina en Venezuela dejaría de ser el más barato del mundo, pero seguiría ocupando ese pedestal en América, un agridulce honor.
Pero antes, habrá que convencer a la mayoría de los venezolanos que aún no están de acuerdo.
“Nos merecemos (la gasolina subsidiada)”, dijo Antonio Lugo, un abogado de 63 años luego de otear las páginas de un diario local. “Me parece increíble que en un país donde producimos petróleo nos quieran aumentar la gasolina”.
Por Diego Oré/Reuters/ Reporte adicional de Eyanir Chinea en Caracas y Silene Ramírez en Santiago