Con un gesto elocuente, España ha mostrado en los últimos días el vuelco originado en la política de Venezuela. La negativa del jefe de gobierno, Pedro Sánchez, de estar presente el pasado sábado durante la visita a Madrid del presidente interino de la República, Juan Guaidó, ha pesado más que cualquier argumentación política.
AFP/Gabriel Bouys
El Ministerio de Exteriores, encabezado por Arancha González Laya, se niega a explicar a qué se obedece el cambio y justicia que la nueva ministra era la persona correcta para recibirlo porque es la encargada de dirigir la política exterior de España, indica El País.
Sin embargo, el gesto de Sánchez responde a la culminación de un cambio de estrategia progresivo, trabajado durante el año transcurrido desde el reconocimiento solmene a Guaidó como presidente encargado de Venezuela, de acuerdo a la enunciación distinta que eligió el presidente de España, y el desplante del pasado sábado.
«Más allá de la evolución de la situación en Venezuela, el único cambio de calado que se ha producido en el panorama político español ha sido la entrada en el gobierno de Podemos, un partido reacio al reconocimiento de Guaidó como dirigente venezolano. Sin entrar en esta clave, fuentes del entorno de Sánchez esgrimieron el pasado fin de semana que el presidente trata de «salvaguardar lo más posible el papel de España como país que ayuda a todo el mundo'», explica El País.
Las fuentes consultadas en Exteriores, que pidieron el anonimato, desmienten también el giro, no obstante, aceptan que la política ha ido adaptándose a las cambiantes circunstancias en el transcurso de este 2020. A inicios de este año, Pablo Iglesias, líder de Podemos, asumió como vicepresidente de España, en el marco de un gobierno de coalición, pues Sánchez no logró la mayoría necesaria para gobernar solo en las pasadas elecciones de noviembre de 2019.
“El giro es más bien un matiz hacia el realismo. Hay conciencia de que se impone una negociación con el régimen de Maduro, y que Guaidó debe intentarlo mientras mantiene unida a la oposición y, por otra parte, los actores externos continúan presionando, también vía sanciones”, explica una persona conocedora de estas políticas. Otras fuentes se refieren más concretamente a la función que quiere desempeñar España para favorecer un diálogo. Recibir a Guaidó en ese momento habría dado a entender, según esa interpretación, que España tomaba partido.
Redacción Maduradas
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