“Ya la gente no quiere ser policía. Y los que están aquí, se están yendo», comentó un uniformado durante la caminata. En este entrevista para Contrapunto, contó cómo viven los funcionarios que arriesgan su vida en la segunda ciudad más peligrosa del mundo.
Lorena Meléndez G.- El día que mataron al oficial jefe de la Policía Municipal de Sucre, Luis Manuel Cabrera, un amigo y colega suyo, su madre lo llamó llorando. “Salte de ahí”, le dijo entre lágrimas a su hijo, quien tiene trece años de servicio como policía. Ambos conocían, desde hacía más de una década, al funcionario que hallaron muerto en una cuneta, a la altura de Maitana, en la Autopista Regional del Centro.
“A la mañana siguiente asesinaron a otra policía y, cuando estábamos en la funeraria en la noche, nos llegó la noticia de la muerte de Daniel Serrano (PoliChacao). Son cosas que… ¿Cómo hace uno?”, comentó el funcionario policial mientras caminaba este domingo por la Cota Mil en una manifestación que los uniformados hicieron, vestidos de civil, para pedir al Estado que actúe para frenar la violencia que impera en el país.
Mi papá es mi mejor héroe
Ayer, el policía vestía una camiseta blanca, pintada a mano. En su pecho estaba dibujada una insignia de superhéroe, al estilo de Superman. En su espalda, una inscripción que decía “Mi papá es mi mejor héroe”. Su familia lo acompañaba en un recorrido que culminó en el lugar en donde segaron la vida de Osmary Tabare, en la Décima Transversal de Los Dos Caminos. Tocaron una diana por todos los caídos.
«Yo tengo que taxiar»
El uniformado vive, como muchos de sus colegas, en un barriada. Entre sus vecinos, dice, se cuenta el hampa.
“Yo he patrullado por donde yo vivo y he visto a los malandros, a los asesinos, a los choros. Roban, matan y, lamentándolo mucho, yo tengo conocimiento de eso, y puedo tener conocimiento de quiénes delinquen. Pero si yo actúo como funcionario policial, ¿quién protege a mi familia, que queda viviendo allí? Yo puedo hacer algo y me voy. Pero, ¿y mi familia?”, cuestionó.
Para el policía, es necesaria “una política de Estado” que ofrezca beneficios a quienes trabajan en los cuerpos policiales y les permita vivir en zonas distintas a las que deben patrullar.
Aunado a ello, están los bajos sueldos que, según él, obligan a los funcionarios a hacer trabajos alternos para poder mantenerse. Su quincena, por ejemplo, no llega a 4.000 bolívares y con esta debe sostener un hogar con tres hijos.
“¿Cómo hago para sobrevivir? Yo tengo que taxiar (conducir un taxi), tengo que cuidar fiestas, eventos, tengo que hacer otra cantidad de cosas en lugar de estar compartiendo con mi familia”, agregó.
Mientras caminaba, el funcionario reclamaba que, en otros países, los médicos, maestros, jueces y policías son los mejor pagados de sus naciones porque se les considera “herramientas para una mejor sociedad”. “Aquí en Venezuela es todo lo contrario. Hay policías mal pagados, mal dotados, escuelas mal dotadas, maestros mal pagados, médicos y enfermeras mal pagadas”, apuntó.
El virus
Los bajos sueldos son también caldo de cultivo de otro problema interno de los cuerpos policiales: la corrupción.
El policía cree que quienes trabajan en los cuerpos policiales deben tener incentivos especiales, además de buenos salarios, para evitar caer en este flagelo, en esta especie de virus inserto en las instituciones. La necesidad de contar con un seguro HCM para toda su familia, de acceder a créditos para comprar una casa o un carro, las señala como imperativas.
Pero más allá de los beneficios laborales, está el sentido de pertenencia que, según el uniformado, deben tener quienes están dentro de un organismo de seguridad. Esto es clave para no ser un corrupto.
“La persona que vaya a entrar a un cuerpo policial tiene que ser una persona que realmente quiera ser policía, que tenga vocación, que no sea solamente porque no consiguió trabajo y se metió a policía. Esa no es la solución para poder prestar un buen servicio, porque lo que uno va a poner en riesgo va a ser su vida, va tener bajo su responsabilidad muchísimas vidas”, afirmó.
El culpable es el gobierno
“Ya la gente no quiere ser policía. Y los que están aquí, se están yendo, se están alejando de esta función tan bonita”. La afirmación del policía está sustentada en el poco dinero que se gana al llevar un uniforme, pero también en el alto riesgo que se corre cada vez que se lo pone. El peligro es parte del oficio, pero en Venezuela, según él, es además una responsabilidad del Estado. Cita, en este caso, la muerte del Polichacao Daniel Serrano, quien fue atacado por un grupo de delincuentes entre quienes se contaba un hombre que gozaba de un beneficio especial como presidiario.
«El culpable de la muerte de Daniel Serrano es el Gobierno nacional, que es el que permite que homicidas salgan a la calle y sólo pernocten dentro del penal. ¿Qué tipo de pena es esa? Eso es una comodidad, eso es poner una cárcel tipo hotel para los delincuentes. No es posible que tengan discotecas, prostitutas, armas, drogas. Esos son los componentes perfectos para que un delincuente se vuelva experto dentro de la cárcel», criticó.
Cree que desde el Ejecutivo, tal como lo propuso el alcalde de Sucre, Carlos Ocariz, se debe decretar un «estado de emergencia» ante las muertes de los policías. Piensa también que la Asamblea Nacional debe modificar el Código Orgánico Procesal Penal para hacer que las condenas sobre los delincuentes sean más fuertes. Pero, sobre todo, considera que la Fiscalía General de la República, los tribunales y el sistema penitenciario, deben hacer un esfuerzo mayor para que los crímenes no sigan impunes.
«Yo estoy cansado de ver que, al día siguiente de haber atrapado a un delincuente, este anda libre por ahí», acotó.
Por esta caminata, el uniformado corre el riesgo de ser sancionado o destituido. El temor, aseveró, hizo que la mayoría de sus compañeros se quedara en casa.
Prefiero que me boten, a que me maten
«¿Me van a botar? No estoy haciendo nada prohibido. Estoy dejando al descubierto algo que ya todo el mundo sabe. ¿Que van a venir los jefes que cuidan sus puestos políticos por tener ciertos beneficios, a sancionarme o a hacer otra cosa? No me importa, de verdad (…) Yo prefiero que me boten, si me van a botar, a que me maten. Por ahí dijeron que pusieron en Twitter ‘sólo en Venezuela los policías protestan por la inseguridad’. Y es verdad, eso sólo pasa en Venezuela. Somos únicos en eso».
Cuando la marcha culminó, después que el toque de diana sonó en Los Dos Caminos, una vecina pasó cerca de los policías. «Por aquí esto está muy inseguro. A las patrullas ni se les ve», reclamó.