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¡IMPERDIBLE! El editorial de El Nacional que desató la ira de Elías Jaua por supuesta homofobia

El siguiente es un editorial del diario El Nacional, que lleva por nombre «Prejuicios sospechosos», que fue publicado el 17 de enero y que inicia con la frase «Los mariposones de Jaua», lo cual desató la ira del parlamentario, quien recientemente respondió con una carta pública.

Elias-Jaua

A continuación el editorial:

¿Qué pasó con la exigencia de paridad de género por la que se batió la hipocresía roja para boicotear la integración de las planchas unitarias y contó con la alcahuetería de un ente, el Consejo Nacional Electoral, en cuya directiva priva la inequidad sexual? La interrogante no es retórica, porque en la fracción del PSUV hay apenas 8 mujeres, de las cuales al menos 2 corresponden a cuotas de nepotismo –Cilia Flores y Dinorah Villasmil–, lo que significa menos de 13 % en contraste con 23% de la bancada (24 diputadas) mayoritaria.

Tampoco está de más el uso del vocablo hipocresía (Bertolt Brecht: Los caimanes tienen dientes que no tratan de esconder, pero Mackie no nos muestra su navaja, bien lo sé) porque la actuación de esos diputados machotes, pelo en el pecho y áspera y altisonante voz, siempre cuidando que no se les escape un gallo y a la caza del menor desliz en el oponente para etiquetarlo con el insulto que le dictan sus prejuicios y, sobre todo, las angustiosas dudas que guardan celosamente bajo llave en el closet de sus incertidumbres y debilidades (¡dime de lo que presumes y te diré de lo que careces!), es un inaceptable muestrario de intolerancia y desprecio no sólo contra la mujer en general, sino de modo especial, particular y sintomático hacia la comunidad LGBT, cuya diversidad sexual no la inhabilita para el disfrute de los derechos y libertades que consagra la Carta Magna para todos los pobladores de esta tierra de gracia.

Elías Jaua, estrella en caída libre, tanto como el proceso mismo, llamó “mariposones” a los representantes de la MUD y calificó de lesbiana a Adriana D’Elia, diputada electa, como él, por Miranda (sólo que con mayor respaldo), y el ciudadano se pregunta si ese exceso de falta de masculinidad es inherente al hombre nuevo o si se adquiere por encapuchamiento.

En todo caso, con la puntería de la razón, Tamara Adrián, fehaciente defensora de las minorías a las que no niega pertenecer (es la primera congresista transgénero de América), le clavó dos certeros venablos al ex canciller.

Con el primero –“El pobre Jaua ha caído hoy a un nivel inferior al de un insecto, tratando de insultar a D’Elia llamándola lesbiana. Pobre espécimen homofóbico”–, la profesora de la UCV, de la UCAB, y de la Unimet lo pone en su sitio. Con el segundo

–“En la mayoría de los casos el homófobo trata de ocultar o sublimar su homosexualidad a través del odio. Se lo digo a Jaua, pues”–, revuelve huesos enterrados en quién sabe cuál patio trasero.

Desde otra trinchera los insultos cambian de tenor; ante la imposibilidad de cuestionar la virilidad de Henry Ramos Allup, Diosdado lo llama, sin mirarse autocríticamente en un espejo, “viejo mamarracho”.

Y es que al verse indefectiblemente reducida a minoría, de voz sin poder de convicción y voto insuficiente, la pandilla roja no sabe o no puede hacer otra cosa que dar rienda suelta a sus atavismos, prejuicios y convicciones. Un fardo demasiado pesado para mantenerse en las alturas del poder

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