Este 4 de febrero de 2017 se cumplen 25 años de la intentona golpista liderada por el fallecido Hugo Chávez. Para los vecinos de La Carlota, La Casona y el Palacio de Miraflores, donde se escenificaron los hechos violentos, es un momento no grato para recordar.
El Pitazo realizó un reportaje especial sobre el hecho y obtuvo testimonio de varias personas que vivieron el 4 de febrero de 1992, quienes siguen siendo vecinos de los principales flancos de aquella insurrección.
Ramón Mendoza tiene 26 años, asegura que no recuerda nada de aquél episodio y a tono de broma dice que como era un bebé es probable que haya pasado durmiendo todo el golpe de Estado. Su padre, Heissel Mendoza, de 56 años, sí recuerda cada momento.
“Lo primero que escuché fue un disparo, luego una ráfaga de ametralladora y después un mortero, allí fue que en realidad supimos que estaba pasando algo serio. Nos fuimos a un sitio seguro de la casa, buscando que las balas no fuesen a penetrar. Como a las 2 de la mañana paró el fuego y todo se quedó en silencio y pasó un oficial y dijo que les daba tiempo de que recogieran a los heridos y las bajas y alguien le contestó desde La Casona que ellos eran tropas profesionales y entonces se intensificó la balacera otra vez. Escuché clarito cuando llegó Carlos Andrés Pérez“, dijo Mendoza.
Andrés Leal, de 64 años, cuenta que él tenía un club de video y llegó a la 1:00 de la mañana. A los 15 minutos, empezó la ráfaga de disparos que no cesó hasta el día siguiente.
“Fue un tiroteo tremendo. Todo el mundo se resguardó en los cuartos del medio, todos los carros fueron baleados, había disparos de un lado y del otro. La debacle que estamos viviendo ahorita fue por ese episodio», señaló Leal.
Son pocos los edificios habitados que quedan cerca de la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, mejor conocida como La Carlota. En su mayoría, las edificaciones que están en los alrededores se convirtieron en clínicas, locales comerciales y oficinas.
No obstante, en el Boulevard de Chuao, la señora María Cecilia de Ramos de 84 años de edad señala que de aquella experiencia de 1992 le quedó el estar atenta a cualquier movimiento en la base aérea. “Siempre me estoy asomando en la ventana porque mi ventana tiene vista a la pista”, precisa.
“Vimos como una tanqueta pasó por la avenida y la gente iba corriendo de arriba para abajo, los militares. Eso era plomo para allá y plomo para acá. Chávez se resguardó en el museo y nosotros en el medio. Disparaban los del Gobierno y disparaban los de Chávez”.
Con información de El Pitazo.
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