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¡IRIS LO SABE! Presos pagan hasta 1400 dólares por pasar armas y dicen que el gobierno «lo sabe»

En exclusiva, alias El Peluche (32), un presidiario de la Cárcel Vista Hermosa, situada al sur del país, cuenta a través de una llamada a La Vanguardia la realidad de las cárceles. Tras el escandaloso video del penal de Margarita asegura que “no es nada nuevo”.

Peluche confiesa entre risas que en Venezuela “somos unas brujas histéricas, pegamos cuatro gritos al ver como despedían a El Conejo. ¿Qué pasa? Eso se hace siempre, no es ningún chisme nuevo. Ahí andan los políticos con la mandíbula abierta, pero que no disimulen, todo el mundo sabe que aquí en la cárcel tenemos más pistolas que barrotes”.

Publicad por La Vanguardia.

Publicad por La Vanguardia.

Peluche es un recluso de la Cárcel Vista Hermosa, situada al sur del país y en la cuarta posición de la lista de los penales más peligrosos. Tiene 32 años, y ha pasado doce entre una cárcel y otra. En total asegura que ha vivido en seis recintos distintos y su expediente revela que su estadía se extenderá a 30 años más. Los delitos cometidos por Peluche sobrepasan los doce, entre los que más se repiten son el de robo agravado y homicidio calificado.

Este delincuente es una amenaza en el barrio donde se crió en Caracas, pero dentro de la cárcel es un jefe en el que, según asegura, sus compañeros confían ciegamente.

A través de una llamada telefónica con la web de La Vanguardia, el recluso revela que la entrada de armas a la cárcel se hace por medio los custodios y militares, a quienes se debe hacer un pago previo que oscila entre los 100 y 1.400 dólares.

El llamado tránsito no sólo es de armas sino también de drogas. “No es que los verdes (militares y custodios) se ensucien las manos de mierda, sino que una vez que les das sus tablas (dinero) hacen la vista ciega”. A esta escena se le llama en el argot carcelario, el semáforo.

Esta compraventa de armas varía según la oferta que viene de las mafias externas. Por ejemplo, el recluso asegura que en la actualidad es más difícil conseguir una pistola que una granada o una metralleta.

“Todo el mundo quiere una buena lija (metralleta) porque entre tanta pistola, hay que imponer la ley con más fuerza”.

Los precios son un secreto que sólo manejan los implicados en el negocio. Pero Peluche se atreve a revelar algunos como: una granada, 40 dólares y una caja de municiones, 80 dólares.

Publicad por La Vanguardia.

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PELUCHE

Según Peluche, un apodo que se ha ganado por su sobrepeso y su excesiva cantidad de vello en los brazos, pecho y espalda, este tráfico existe en todas las cárceles del país y no se trata de una ley sino más bien de “un sistema” de supervivencia.

Esta misma información es manejada por las organizaciones de Derechos Humanos en Venezuela desde hace una década. En 15 ocasiones, esta alianza de organizaciones ha solicitado a organismos internacionales que se investiguen las mafias, tras la entrega de testimonios y pruebas.

Una de ellas es el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), que explica en su informe anual 2015 que la corrupción administrativa genera que los reclusos sean permanentemente extorsionados por algunos funcionarios militares y de custodia que actúan en conjunto con privados de libertad, quienes son líderes de los centros penitenciarios, conocidos como Pranes. Todos en este grupo forman una cadena, con el objetivo de cobrar por un lugar dónde dormir, protección, comida, medicinas, agua, derecho a la visita, traslado al Tribunal, ingreso ilícito de móviles, armas, proyectiles, drogas, licor, para salir del penal de forma irregular, entre otros.

Toda esta impunidad provoca un ambiente de violencia extrema. El Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario informó que en el 2015 hubo un total de 476 asesinatos en las cárceles venezolanas y más de un 20 mil armas de fuego incautadas. Una cifra promedio frente al balance de las víctimas fatales de los últimos 10 años.

El control

Una vez ingresadas de manera irregular, estas armas son controladas por los “carros”, una especie de banda constituida por un pran (jefe) y su base (hombres de confianza). Ellos son los encargados de distribuir estas armas, ya sea a través de su alquiler o consignación a cambio de ciertos favores.

Gustavo Lozada es un abogado penalista con más de dos décadas de experiencia y ha llevado el caso de algunos “pranes”. Este experto explica que sólo basta con poner un pie dentro de cualquier centro penitenciario para conocer que las armas están en manos de los reclusos. “De hecho, los presos tienen mejores armas que los custodios y militares. No se dan fugas masivas, porque simplemente a los presos no les conviene”.

Cada cárcel cuenta con uno o varios pranes. Y éstos son los responsables de hacer cada lunes una reunión que llaman Lunes de Warner , en la que se cobran todas las “vacunas” (deudas) pendientes al resto de reclusos. “Si por ejemplo, tú no tienes para pagar lo que debes en perico (droga), ese día te toca dar la cara. El pran, que también llamamos papa, tiene que analizar el caso y dar su veredicto”. Si el pran decide castigar al preso, éste es sometido a una serie de castigos, como por ejemplo disparar en heridas recientes.

Los presos tienen mejores armas que los custodios y militares. No se dan fugas masivas, porque simplemente a los presos no les conviene”

GUSTAVO LOZADA, Abogado penalista

“Con esta ley, nadie quiere fallar. ¿Usted me entiende?, increpa Peluche.

Reformas inconclusas

En 2011, Hugo Chávez creó el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario tras declarar que “es una deuda muy grande la que nosotros tenemos con el sistema penitenciario y la justicia como un todo. Yo diría que es una mancha que tenemos ahí”.

Así que se aprobó una reforma en las políticas de los centros de reclusión. Entre las medidas más relevantes se encuentran: asignación de uniformes para la población femenina (color rosado), la práctica de orden de seguridad en la que cada día los presos están obligados a hacer marcha y formación militar, y la de aumentar las requisas para evitar el tráfico de armas y drogas.

Hasta finales del 2015, el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario reconoció que estas reformas sólo se han aplicado en 32 de los 53 centros penitenciarios del país.

Para Peluche, estas reformas solo son “dar mas coñazos (golpes) a los presos y meter más humo cuando hacen requisas, aquí seguimos mandando los mismos”.

Información de: La Vanguardia

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