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¡LAMENTABLE! “Es como una cárcel”, las penosas condiciones en las que viven algunos venezolanos en Leipzig

Max-Liebermann es un centro de refugiados en el este de Alemania, donde de acuerdo con sus inquilinos, al menos el 80% de los solicitantes de asilo son venezolanos.

BBC – Norberto Paredes

El lugar tiene todo el aspecto de parecer una cárcel, aunque no lo sea, al estar rodeado por una doble cerca de alambre de más de dos metros, cámaras de seguridad y una garita con un vigilante que monitorea todas las entradas y salidas.

Luisa Granados, de 64 años de edad, es una de las inquilinas de origen zuliano que reside en el centro, ubicado a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad de Leipzig.

«Unas amigas venezolanas, viendo mi situación económica, me regalaron el pasaje. En 2018 me fui a Estados Unidos, donde ellas viven, estuve un rato en Miami y después me mudé a Monterrey. Pero allá la delincuencia también es grave y estando AMLO en el poder me dio miedo de que las cosas se pusieran como en Venezuela, entonces desistí de quedarme allí», explicó la mujer que llegó a la nación europea en octubre de 2019.

Luisa siguió el consejo de sus amigas y de un youtuber que explicaba el proceso para solicitar asilo en Alemania. Llegó primero a Berlín, donde las autoridades alemanas la enviaron a Max-Liebermann.

«El supermercado más cercano queda a kilómetros de distancia. Aquí no vive nadie: es como si quisieran ocultarnos y que no nos mezclemos con la civilización», explicó otro solicitante de asilo que prefirió no ser identificado. Aunado a ello, se quejó de la falta de privacidad, pues comparte una habitación con otras seis personas.

Para los solicitantes de asilo, viajar al centro de Leipzig es un lujo que difícilmente pueden darse. «Representaría un costo de siete euros diarios y nuestro presupuesto semanal es de €35 (US$39) que nos da el Estado alemán», contó.

Tanto en Max-Liebermann como en Dölzig, otro centro de refugiados que también alberga a venezolanos, la mayoría de los migrantes habla español, lo que hace que su comunicación con el exterior sea limitada. En cuanto a los niños, son enviados a una escuela destinada a ayudarlos a ingresar al sistema educativo local.

Por otro lado, en Dölzig aseveran que la situación es distinta. «Las condiciones de vida son paupérrimas. Hay una carencia absoluta de actividades de esparcimiento, por eso hay gente que vive día y noche sentada viendo para el techo. Tienes que comer, ducharte e incluso ir al baño en horas específicas: es como una cárcel», denunció uno de los inquilinos en declaraciones a BBC.

«Es difícil, porque uno siente como que están manejando tu vida y no debería ser así porque uno no está preso», añadió.

De acuerdo con cifras de la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF por sus siglas en alemán), 732 solicitantes de asilo venezolanos se instalaron en el estado alemán de Sajonia en el 2019, una cifra muy por encima de los 404 casos en el 2018, y las 203 solicitudes realizadas en 2017.

Asimismo, este número no incluye a inmigrantes ni estudiantes, por lo que se estima que el número de venezolanos en total en Alemania sea mayor.

Redacción Maduradas con información de El Nacional

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