El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, se enfrenta al desafío de encontrar un delicado equilibrio entre el pragmatismo que le demandan las necesidades financieras y económicas del país y la intención de reagrupar fuerzas progresistas frente al avance de la derecha en América Latina.
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AFP- EFE
A este peronista de centro-izquierda que asumirá el gobierno el 10 de diciembre tras ganar las elecciones con 48% de los votos lo espera un entorno adverso y la urgencia de reprogramar los vencimientos de la abultada deuda con el Fondo Monetario Internacional, a la que se dijo decidido a honrar.
Argentina dará un vuelco en relación a Venezuela. Fernández respalda la posición de México y Uruguay que proponen una “salida negociada” de la crisis sin reconocer al jefe del parlamento Juan Guaidó como presidente encargado, a diferencia del presidente saliente Mauricio Macri, uno de los impulsores del Grupo de Lima, que apoya las aspiraciones del opositor venezolano.
Desde que lanzó su candidatura, Fernández viajó a España y Portugal, luego a Perú y Bolivia, con Evo Morales aún al gobierno, y finalmente a México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, le es políticamente afín.
Redacción Maduradas con información de AFP
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