Daniel Pozo es un venezolano de 33 años que emigró a Brasil en búsqueda de mejores oportunidades de vida. Acostumbrado a pesar 90kg. llegó a São Paulo en abril de este año, con solo 64 kg.
Foto: Eduardo Knapp / Folhapress
La escasez de alimentos en Venezuela, la caminata de 14 días hasta la frontera y la falta de dinero para comprar comida en Roraima hicieron que el hombre que trabajaba como chófer, perdiera casi un tercio de su peso, reseñó Folha de S.Paulo.
«Estamos pasando hambre, esa es la realidad (…) En Venezuela solo conseguía comer una vez al día y a veces ni comía para que mis hijos comieran», contó Pozo.
Luego de cuatro meses en São Paulo y con acceso a tres comidas al día en el albergue donde vive, el hombre recuperó su peso anterior.
Sin embargo, afirma que no quiere acomodarse: «no he venido esperando que el gobierno me dé nada, he venido a trabajar, no queremos quedarnos parados esperando a que algo caiga del cielo», dice el venezolano.
Por el contrario, Daniel tiene como meta establecerse y enviar dinero a los dos hijos. «Los echo mucho de menos, pero tengo que dejar de lado esa nostalgia para que no pasen hambre».
Redacción Maduradas con información de Folha de S.Paulo
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