La realidad que siempre quiso Hugo Chávez para el país se está cumpliendo. Recodemos el 2007, cuando reivindicó el trueque de alimentos en su lucha contra el capitalismo, con una economía quebrada, el canje es la opción que muchos venezolanos tienen para poder alimentarse. ¿Progreso?
“Trueque, dos litros de aceite por un plato mixto”, se lee en una pequeña pizarra en El Tizoncito, un restaurante de comida mexicana en Caracas, cuyo dueño es José Antonio Vidal, quien hizo suya esta práctica de los truques para conseguir uno de los tantos alimentos desaparecidos del mercado. Este relato fue publicado en El Cooperante.
Foto: JEFFERSON DÍAZ / @JEFFERSON_DIAZ / El Estímulo.
El hombre cuenta que no es la primera vez que lo hace: ya lo había hecho con la harina de maíz, la azúcar y cualquier otro producto que no se encuentre para realizar su menú. Chávez “nos lo había dicho, que teníamos que empezar a hacer trueques para conseguir las cosas y beneficiar la economía”, recuerda Vidal irónicamente.
Sin embargo, el propietario admite que las ofertas son pocas, pese a que a cambio el comensal recibe un plato con tostadas, tacos, enchiladas, tortilla, quesadillas y frijoles, que le costaría 5.500 bolívares (8,4 dólares a la tasa oficial más alta).
“Es difícil porque no toda la gente está dispuesta a sacrificar el aceite de su casa para comerse un plato mixto”, afirma.
Maduro atribuye la debacle del país a una “guerra no convencional” de la oposición apoyada por los Estados Unidos para derrocarlo. Y mientras invierte su tiempo en esto, la escasez de alimentos y medicinas en el país alcanza más del 80%, según estudios.
La tecnología ha ayudado a contrarrestar un poco la situación, donde los ciudadanos a través de plataformas digitales y redes sociales publican sus ofertas o trueques.
“Todo el mundo lo está haciendo. He cambiado harina por arroz o azúcar”, cuenta Juliana Godoy, una abogada de 38 años en cuya urbanización los vecinos crearon un grupo de Whatsapp para intercambiar. Tras siete horas de cola en un supermercado capitalino donde se venderá papel higiénico, la mujer relata que a menudo lleva lo que esté disponible, aun cuando no lo necesite. “Después lo puedo canjear”.
“Muchas veces uno compra un producto por un valor y tiene que cambiarlo por otro, o más caro o más barato”, comenta María González, una secretaria de 47 años, dice que también ajusta su alacena con trueques, no siempre justos.
Con información de El Cooperante
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