La confesión de Giordani ha traído múltiples declaraciones y acciones políticas, desde el partido UNT y Copei solicitando acciones legales e interpelar al ex ministro para que explique al país la gravedad de sus denuncias, hasta la jugada mediática de JVR de llevar a su programa a Luis Vicente León para que le explique a las bases chavistas porque era necesario salir del ex ministro, sin necesidad de que ningún vocero del PSUV tuviera que pasar por el mal momento de reconocer el fracaso de un modelo que evidentemente hace aguas.
Sin embargo, hay una declaración que llama poderosamente la atención y es el llamado de Jorge Rodríguez al pueblo venezolano y en especial al pueblo Madurista, a ser solidarios con la revolución ante los tiempos difíciles que se avecinan. En una frase casi calcada de Sir Winston Churchill, el extraño siquiatra pide sangre, sudor y lágrimas para afrontar las adversidades por venir.
Quizás la única similitud que puedan tener los dos personajes se encuentre en el gusto por las bebidas espirituosas escocesas, ya que los momentos históricos son completamente distintos, así como los ideales que sustentan la petición de sacrificio. Mientras Churchill se paró de frente a la barbarie fascista y junto con los aliados logró detener el avance del nazismo, Rodríguez representa hoy una mescolanza entre el pensamiento de Hitler, Mussolini y Hussein, con Stalin, Beria y Castro. Jorgito le pide al pueblo que se inmole en aras de sostener un sistema antinatural, anacrónico que usa la pobreza como un trampolín de riquezas, privilegios y canonjías. Los venezolanos tenemos que ser solidarios para seguir siendo pobres, asesinados en manos del hampa y viendo como nuestro país retrocede en materia de desarrollo humano, científico, tecnológico y productivo.
Rodríguez quiere que sigamos avalando la destrucción del sistema de vida occidental, para ir hacia una transición pre moderna en la cual obtener papel higiénico, agua potable, gas doméstico o harina de maíz precocida se transforme en un logro heroico, casi en una meta existencial.
¿Qué hay detrás del llamado de J. Rodríguez a ser “solidarios” frente a las penurias que se avecinan? En primer lugar, vienen tiempos de ajustes económicos aún mucho más severos: devaluación, aumento de la gasolina, aumento de tarifas, subidas de tasas de interés. Un paquetazo neoliberal chucuto e ineficiente, pues estos burócratas no generan la más mínima confianza y el Madurismo no piensa ceder en la implementación de su modelo, es decir, lo que ocurrirá es que el ajuste traerá altísimos costos sociales, muy bajo retorno en materia de recuperación productiva y represión para contener el descontento social. Para el PSUV la crisis es sólo un problema de flujo de caja para seguir financiando su arrebato totalitario y tratarán de hacer caja para ganar votos y seguir mandando, no para transformar la economía ni mejorar la calidad de vida de los venezolanos.
En segundo lugar, con su cara muy lavada, Rodríguez nos dice: arruinamos el país, la corrupción acabó con el bienestar de los venezolanos, para seguir en el poder en el 2012 destruimos la economía, con lo cual el ciudadano es hoy más pobre, tiene menos acceso a educación de calidad y no posee medios de comunicación libres, pero tú pueblo pendejo, debes premiarme porque todavía hay más que robar, más venezolanos que empobrecer y antojos que satisfacer. Se equivocan señores, la gente no se la cala.
El camino hacia la consolidación de una nueva mayoría se encuentra precisamente en no ceder un minuto en la denuncia, el contacto cara a cara con la gente, el uso de los mecanismos alternativos de comunicación y el fortalecimiento de una fuerza social montada en el descontento que defina el destino de Venezuela. Hoy nuestro país se encuentra en la búsqueda de un nuevo liderazgo, de una alternativa y, sin prisa pero sin pausa, la oposición toda debería trabajar en ello con la premisa estratégica de ser una oposición firme, solidaria ante los arrebatos totalitarios, heraldos permanentes de un mensaje de cambio y defensores de la unidad.
Por: Carlos Valero / LaPatilla.com