El aparato propagandístico del Partido Comunista Chino y de la administración central es tan severo y brutal que entrelaza tanto la censura como la persecución policial y judicial.
Reuters
La información que llega a la población es controlada y solo puede ser emitida una vez que pasa los sucesivos filtros que responden a los intereses de Beijing.
«Los ocho chismosos»
Li Wenliang fue el primer médico en alertar a otros siete colegas sobre el peligro que implicaba el coronavirus, cuando apenas lo llamaban Covid-19.
Compartió la información luego de que varios pacientes suyos fueran diagnosticados con una enfermedad similar al SARS en Wuhan, epicentro de la creciente epidemia. Relató los síntomas que observaba y los graves peligros que implicaba el nuevo microorganismo, reseñó Infobae.
Wenliang tenía claro que eso podía costarle caro, como lo confirmó cuatro días después, cuando lo citaron en una central de policía donde lo acusaron de perturbar el orden público por sus «falsos» comentarios.
El aparato de medios estatal comenzó a llamarlos «los ocho chismosos” para denigrarlo, tanto a él como a sus compañeros. Una semana después, mientras atendía a una mujer con un glaucoma, se contagió del virus y murió el jueves 6 de febrero.
Desapareció un profesor
Xu Zhangrun, profesor universitario, desapareció luego de que publicara un ensayo en el que cuestionaba la forma en la que Beijing trató el tema del coronavirus.
“La epidemia reveló el núcleo podrido del gobierno chino. El nivel de furia popular es volcánico y un pueblo así enfurecido puede, al final, dejar de lado su miedo. Ahora puedo predecir con demasiada facilidad que seré sometido a nuevos castigos; de hecho, esta puede ser lo último que escriba», dijo.
Además de desaparecer, el régimen se encargó de que Zhangrun también se esfumara del plano digital, indicó Infobae. Eliminaron sus perfiles en Weibo (el Twitter chino) y en WeChat (el WhatsApp chino). Su teléfono está apagado e ilocalizable.
Redacción Maduradas con información de Infobae
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