El 24 de febrero de 2018 se espera que ocurra en Cuba algo que no sucedía desde hace 40 años: alguien sin el apellido Castro ocupará la presidencia del país, pues ya Raúl manifestó su intención de dejar el poder.
En el 2013, Raúl Castro transmitió a la Asamblea Nacional su intención de retirarse de la presidencia. Su aparente sucesor es Miguel Díaz-Canel, un político que fue ascendiendo en las filas del Partido Comunista de Cuba (PCC) y que fue promovido a primer vicepresidente del Consejo de Estado y de ministros ese mismo año.
Los meses venideros serán de definiciones en Cuba, pero ahora solo hay incertidumbre, no solo sobre cómo ocurrirá la anticipada transferencia de poder sino también sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba bajo el presidente Donald Trump, reseñó El Nuevo Herald, en un trabajo firmado por Nora Gámez Torres y Mimi Whitefield.
Castro fue nombrado formalmente presidente en 2008, aunque estuvo al frente del país desde que una enfermedad fulminante sacó a su hermano Fidel del poder en 2006. Ahora el futuro político de la nación podría decidirse en las próximas elecciones, cuando los diputados electos conformen la nueva legislatura de la Asamblea Nacional el 24 de febrero de 2018 y elijan al nuevo jefe del Consejo de Estado.
Quien suceda a Castro debe también “desempeñar la Jefatura Suprema de todas las instituciones armadas y determinar su organización general”, así como “presidir el Consejo de Defensa Nacional”, según establece la constitución cubana.
“El poder va a seguir como está ahora en manos de los militares y el heredero a todas luces es Alejandro Castro Espín, en eso no hay duda ninguna. Díaz-Canel cumpliría una función similar a la que cumplió Osvaldo Dorticós 15 años o más”, comentó el opositor Antonio Rodiles, uno de los coordinadores de la campaña por la liberación de presos políticos #Todos Marchamos.
Por su parte, Enrique López Oliva, profesor jubilado de la Universidad de la Habana, dijo que este es un momento muy complicado en Cuba: “La gente está desorientada. Ellos no están seguros de lo que deben hacer. Hay falta de claridad sobre lo que traerá la transición así como cuál será la relación con los Estados Unidos”.
Con información de El Nuevo Herald.
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