El juego del “desabastecimiento programado” es cada día más dramático. Ya no es el papel higiénico, que con un sustancial aumento de precio, concertado entre empresarios y el gobierno, ahora sobra en los anaqueles un año y medio después de prometer que se “desbordarían los anaqueles de papel tualé”. Entre otros productos ahora el problema es el ataque a los sectores más vulnerables de la sociedad; nuestros adultos mayores y nuestros más pequeños.
Mi sábado pasado se fue todo el día en recorrer farmacias y locales comerciales donde pudiesen vender pañales para adultos, toallas húmedas y leche para niños de una marca específica, ya que como sabemos, el cambio de formula trae consecuencias para el aparato digestivo de los niños. Este asunto es de larga data, más el de los pañales que el de la leche “mayorcitos” de S26.
El asunto es que hoy, después de haber decretado la “guerra económica” contra el gobierno del Presidente Maduro desde el primer día de su gobierno, aún existe impunidad de quienes importan y distribuyen el producto, y negligencia de quienes aportar las divisas para la importación de productos tan sensibles para las familias venezolanas, ¿Estamos perdiendo la guerra?
En uno de esos locales que además pareciera tener ahora el monopolio de distribución de pañales, un ciudadano lector de mi columna se acerca con un niño en brazos y al saludarme me pide que me pronuncie ante este problema. Su hijo al verse obligado a cambiar de formula para la alimentación se fue en vómitos y lo tuvo que sacar de emergencia a un centro de salud, el niño en brazos y dormido aún tenia en su mano la cinta adhesiva y la vía por la que le suministraron el suero para hidratarlo. El padre, desconsolado y comprometido con el proceso revolucionario, para más detalles, me dijo que al fin había conseguido la formula en una pequeña farmacia del Hospital Militar, pero a 150 Bs. la lata más pequeña, y con pena me dijo que sólo pudo compran una.
Al final de mi recorrido no pude encontrar todo lo que buscaba, las toallitas se han convertido en un reto personal, y me retiré de la faena con un sabor en mi boca de indignación, ya que si los capitalistas importadores, distribuidos y minoristas son parte de este “desabastecimiento programado”, con el que sus ganancias se multiplican por la creación de una ansiedad de consumo ante la escasez, la otra verdad es que uno se siente desprotegido ante tanta impunidad, y lo peor es que nuestro pueblo siente la tristeza de ver un sueño desvanecerse por incapacidad, falta de mano dura y al final, no sabemos si por complicidad.
Ante esto, la organización popular será inevitable, ya no para hacer oda a los anuncios de los anuncios, sino para desde su mano luchar contra la impunidad de sectores que juegan con la necesidad de los más vulnerables. Que falta hace que nuestros dirigentes políticos sepan o recuerden que es hacer mercado, y que les toque un rato buscan cosas que no se consiguen, y con las cuales aunque no se hace patria, son necesarias para dar la fuerza necesaria para construirla dignamente. Esto no es un juego, y el pueblo paciente lo sabe.
Fuente: Actualidad Venezuela